domingo, 29 de diciembre de 2013

Sagrada Familia de Jesús, María y José.


“Y, avisado en sueños, se retiró a Galilea
y se estableció en un pueblo llamado Nazaret.
Así se cumplió lo que dijeron los profetas, que se llamaría Nazareno.”

Hoy celebramos la festividad de la Sagrada Familia; estamos habituados a saber del matrimonio como un sacramento; y es decir también: el sacramento en el que los dos cónyuges se abren a la gracia el uno por el otro y el uno para el otro. Una gracia que va en crecimiento al mismo tiempo que crece la relación entre ambos y se manifiesta en la familia, en los lazos creados con quienes llegan a enriquecer el sacramento y quienes han hecho posible que se dinamice. Así creemos también que la familia es sacramento, un sacramento de gracia y de continuidad.

Las lecturas de este domingo nos encaminan a un progresivo enriquecimiento de nuestra vida familiar y comunitaria. Ana consigue el hijo deseado y llorado, experimenta que es más de Dios que de ella misma, por eso siente la necesidad de devolverle a Dios lo ansiado. ¿Qué podemos devolver a Dios si no es lo que él ha engendrado en nuestros corazones? Tan aferrados estamos a considerar lo consanguíneo como lo único auténtico en nuestra realidad familiar, que pueden sorprender las palabras de Jesús cuando se pregunta y nos pregunta… quiénes son mi madre y mis hermanos. Somos hijos de Dios por otra consanguinidad: la sangre derramada por nosotros; y fue por amor, como por amor son los partos de la mujer que se sabe amada y elegida. La familia de Nazaret está tocada por Dios, pero no baja ningún ángel a ahorrarle la calamidad, el destierro, la realidad cuando se manifiesta como cruda. Dios se somete a nuestra condición con todas las consecuencias participando de las penalidades de cada día.

Somos familia humana, somos familia cristiana, somos iglesia doméstica… lugar y espacio para vivir la caridad sin límites. Oramos hoy por todas las familias del mundo para que vivan con autenticidad y generosidad la riqueza de cada uno de sus integrantes.

Y, avisado en sueños, se retiró a Galilea y se estableció en un pueblo llamado Nazaret. Así se cumplió lo que dijeron los profetas, que se llamaría Nazareno".

CONTEMPLAMOS LA PALABRA


PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del Eclesiástico 3, 3-7. 14-17

El que honra a su padre expía sus pecados y el que respeta a su madre es como quien acumula un tesoro. El que honra a su padre encontrará alegría en sus hijos y cuando ore, será escuchado. El que respeta a su padre tendrá larga vida y el que obedece al Señor da tranquilidad a su madre. El que teme al Señor honra a su padre y sirve como a sus dueños a quienes le dieron la vida. La ayuda prestada a un padre no caerá en el olvido y te servirá de reparación por tus pecados. Cuando estés en la aflicción, el Señor se acordará de ti, y se disolverán tus pecados como la escarcha con el calor. El que abandona a su padre es como un blasfemo y el que irrita a su madre es maldecido por el Señor. Hijo mío, realiza tus obras con modestia y serás amado por los que agradan a Dios.
Palabra de Dios.
SALMO

Salmo 127, 1-5

R. ¡Felices los que temen al Señor y siguen sus caminos!

¡Feliz el que teme al Señor y sigue sus caminos! Comerás del fruto de tu trabajo, serás feliz y todo te irá bien. R.

Tu esposa será como una vid fecunda en el seno de tu hogar; tus hijos, como retoños de olivo alrededor de tu mesa. R.

¡Así será bendecido el hombre que teme al Señor! ¡Que el Señor te bendiga desde Sión todos los días de tu vida: que contemples la paz de Jerusalén! R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Colosas 3, 12-21

Hermanos: Como elegidos de Dios, sus santos y amados, revístanse de sentimientos de profunda compasión. Practiquen la benevolencia, la humildad, la dulzura, la paciencia. Sopórtense los unos a los otros, y perdónense mutuamente siempre que alguien tenga motivo de queja contra otro. El Señor los ha perdonado: hagan ustedes lo mismo. Sobre todo, revístanse del amor, que es el vínculo de la perfección. Que la paz de Cristo reine en sus corazones: esa paz a la que han sido llamados, porque formamos un solo Cuerpo. Y vivan en la acción de gracias. Que la Palabra de Cristo habite en ustedes con toda su riqueza. Instrúyanse en la verdadera sabiduría, corrigiéndose los unos a los otros. Canten a Dios con gratitud y de todo corazón salmos, himnos y cantos inspirados. Todo lo que puedan decir o realizar, háganlo siempre en Nombre del Señor Jesús, dando gracias por él a Dios Padre. Mujeres, respeten a su marido, como corresponde a los discípulos del Señor. Maridos, amen a su mujer, y no le amarguen la vida. Hijos, obedezcan siempre a sus padres, porque esto es agradable al Señor. Padres, no exasperen a sus hijos, para que ellos no se desanimen.

Palabra de Dios.
EVANGELIO

Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 2, 13-15. 19-23

Después de la partida de los magos, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: "Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo". José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto. Allí permaneció hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por medio del Profeta: "Desde Egipto llamé a mi hijo". Cuando murió Herodes, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José, que estaba en Egipto, y le dijo: "Levántate, toma al niño y a su madre, y regresa a la tierra de Israel, porque han muerto los que atentaban contra la vida del niño". José se levantó, tomó al niño y a su madre, y entró en la tierra de Israel. Pero al saber que Arquelao reinaba en Judea, en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí y, advertido en sueños, se retiró a la región de Galilea, donde se estableció en una ciudad llamada Nazaret. Así se cumplió lo que había sido anunciado por los profetas: "Será llamado Nazareno".
Palabra del Señor.

COMPARTIMOS LA PALABRA

“El destierro como experiencia de libertad”

¿Hay algo en la tierra que sea parecido a lo que podamos imaginar que haya en el cielo? Se me ocurre que la familia es lo más parecido, pues imaginamos una comunidad de vida y amor entre Dios y su creación, íntima y permanente a la vez… como son los vínculos que en la familia se crean para siempre. Es un misterio la necesidad que tiene el huérfano de saber quién es su madre, como también lo es la necesidad que tenemos de encontrar a Dios, como padre y madre, que estructura en un mismo vínculo lo consanguíneo terrestre y lo espiritual celeste: no es más que la encarnación. Por eso Dios quiso nacer en una familia, y desde entonces la familia es sagrada, como sagrado es todo lo que Dios toca.

Esta fiesta de la sagrada familia pudiera ser presentada con mucha dulzura y regocijo, pero Mateo nos abre una página de la familia de Nazaret en pleno camino doloroso y de destierro. Jesús, María y José viven la condición dramática de los prófugos; recorren un camino que anticipa, en cierto sentido, el camino del Calvario (incertidumbre, miedo, inseguridad). También hoy tenemos demasiadas familias que pueden reconocerse en este relato. En tierras lejanas no siempre se encuentra la verdadera acogida, el respeto y reconocimiento de la dignidad humana y con demasiada frecuencia tienen que enfrentarse a la hostilidad, a los prejuicios, a las sospechas… a la marginación.

Hoy, un poco más allá del recurrido cuadro de la familia de Nazaret subida al borriquillo, sería importante colocarse delante de cuadro cercano de tantas familias inmigrantes, deportadas, refugiadas… que esperan encontrar un lugar digno y seguro donde vivir la aventura de la dignidad humana; como el calor, la seguridad, la pertenencia que necesitan encontrar los niños en el ámbito familiar; como el que necesitamos encontrar los cristianos en ámbito eclesial.

Pero para cada uno de nosotros puede haber también un destierro entendido como experiencia de libertad. Se trata de advertir todo lo que en nuestro mundo representa una amenaza para la persona, la vida, la libertad, el espíritu y la misma familia. Se trata de poner a salvo los valores más preciosos, aquellos que son transparentes a la luz de la patria verdadera, de un mundo distinto, de una manera de ser y de estar… al estilo de José, “hombre de sueños” que acepta la intervención de lo alto, que está y es sensible a la invitación de partir, es decir, de dejar sitio a la Voz de quien bien sabe de lo humano pues es creatura suya; y acepta estar en “otro lugar” respecto al mundo y su criterios, una tierra amplia, sin fronteras ni barreras, donde se saborean la gratuidad, la pertenencia y la paz. La tierra donde cada uno puede ser él mismo, en la verdad de su ser, en comunión con Dios y con los demás… y el camino que lleva a ese Reino, puede ser precisamente el del destierro, el del alejamiento de ese mundo artificial y decrépito obra de la injusticia.

El trozo que hemos leído del Eclesiástico nos ayuda a ponernos en contacto igualmente con ese otro destierro interior, hacia dentro de nuestra propia familia, de nuestra comunidad, de nuestra iglesia, donde los que menos cuentan, los ancianos por ejemplo, son ignorados o arrinconados. La insistencia en la observancia del cuarto mandamiento, “honrar” nos pone en contacto con reconocer el valor, el carácter sagrado de la persona, independientemente de que su manos puedan sernos o no útiles; la delicadeza con los miembros más débiles de nuestra familia, de nuestra comunidad, puede convertirse en el soporte más sólido y testimonial de la familia, de la comunidad, sin tener que recurrir a ninguna defensa política.

La fiesta de la sagrada familia nos recuerda oportunamente que en ese espacio sagrado, que lo es porque Dios lo ha tocado, se celebra la insustituible liturgia de lo cotidiano, hecha gesto recíproco entre todos sus miembros, compromiso de amor y pertenencia, comunidad de vida y amor… capaz de ser sagrada porque quien la ha tocado con su nacimiento, es sagrado.



ESTUDIO BÍBLICO

Primera lectura: (Eclesiástico 3,3-7. 14-17a)

Marco: El fragmento pertenece a la primera parte del Eclesiástico con el tema general centrado en la naturaleza y beneficios de la sabiduría. La existencia individual y comunitaria del hombre creyente tiene que fundarse en la confianza divina. La lectura recuerda el respeto a los padres, según aquella mentalidad antigua, pero que sigue teniendo vigencia en muchos de los elementos recogidos.

Reflexiones

1ª) ¡Es urgente recuperar el sentido de honra a los padres!

Dios hace al padre más respetables que a los hijos y afirma la autoridad de la madre. La Escritura fundamenta las relaciones de los hijos con los padres en una verdad sólida: son los colaboradores inmediatos de Dios en la transmisión de la vida. Y la vida es un bien irrenunciable. Dios ha creado al hombre a su imagen y semejanza, pero los dos: padre y madre. Esta proyección de la vida comunitaria de Dios al crear al hombre y la mujer es el fundamento más sólido de la familia y del matrimonio. Por eso la Escritura habla siempre con profundo respeto de la familia y del matrimonio. Era una concepción primitiva, pero muy sólida. Pablo recuerda en su carta a los Efesios 6,3: "Honra a tu padre y a tu madre" es el primer mandamiento al que se añade una promesa: "Te irá bien y vivirás largo tiempo en la tierra". Es necesario volver a las raíces de la familia según el proyecto de Dios, volver a los orígenes de familia como una comunidad de vida y de amor. Ciertamente la autoridad de los padres hay que amasarla hoy con un sincero y generoso diálogo permanente entre todos. Si todos son escuchados y atendidos la familia crece con fuerza, especialmente hoy que se anhelan espacios cálidos de intercomunicación.

2ª) ¡Respeto y ternura para con los padres!

El que honra a su padre expía los pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros... el que respeta a su padre tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor le escucha. En la Escritura está muy presente la bendición. Dios ha relacionado su bendición con los grandes momentos de su obra: bendijo a nuestros primeros padres, a Noé, a Abraham, etc. Esta bendición es eficaz por sí misma. Hoy se diría que es performativa, es decir, operante, dinámica y eficaz. También a la familia la ha enriquecido con una bendición. La familia es para Dios algo muy entrañable, es el reflejo de su propia vida íntima en la eternidad: tres y uno a la vez; como en la familia: tres y uno a la vez. La bendición se vive en la comunión y ternura de unos con otros. Es urgente recuperar las relaciones entre todos los miembros de la familia. Hijos que no respetan a sus padres, sufren las mismas consecuencias cuando ellos a su vez forman una familia. El proyecto de Dios sigue siendo válido y eficaz. La familia atraviesa por graves problemas, por eso urge recuperar su estabilidad para el bien de todos, especialmente de los hijos.

3ª) ¡Acogida cariñosa a los padres en sus achaques!

No abandones a tu padre mientras viva; aunque flaquee su mente ten indulgencia, no lo abochornes mientras seas fuerte. La Escritura recuerda una realidad que debió darse entonces con cierta frecuencia. En la antigüedad también llegaban momentos en que los padres estorbaban el desenvolvimiento de ciertos proyectos de los hijos. Cuando flaquee su mente, ten indulgencia. La autoridad paterna y materna se vuelven ahora como una súplica a los hijos. ¡Cuántas residencias de ancianos no enfermos, sino simplemente ancianos! Esto es un síntoma alarmante de la situación actual de la familia. La Iglesia siempre ha manifestado seria preocupación por esta célula básica de la sociedad y de la propia Iglesia que es la familia asaltada por tantos problemas. Hoy como nunca es necesario recuperar el sentido total de la familia. Todos los miembros deben respetarse y quererse sinceramente. La convivencia familiar está apoyada continuamente por el sacramento que está en la base de su formación.

Segunda lectura: (Colosenses, 3,12-21)

Marco: Pertenece a la tercera parte de la Carta: la vida nueva en Cristo. Es la sección moral en que se recogen las exigencias de la vida cristiana y recomendaciones concretas para la convivencia familiar. La fuente de toda moral cristiana es la unión con Cristo resucitado.

Reflexiones

1ª) ¡Una comunidad de vida y de amor animada por la misericordia, la bondad, la dulzura y la comprensión!

Sea vuestro uniforme: la misericordia entrañable, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión. La familia es una parte esencial e imprescindible del nuevo pueblo de Dios. El autor enfoca las características y cualidades de la familia desde la experiencia pascual. Recuerda algunas de esas cualidades bajo la imagen del "uniforme", es decir, aquello que identifica una realidad como singular y bien definida: la misericordia, la bondad, la dulzura y la comprensión. La misericordia ha sido elevada por Jesús a una de sus más bellas congratulaciones o bienaventuranzas: Dichosos los misericordiosos porque Dios tendrá misericordia de ellos (Mt 5,7). Una bienaventuranza se mueve entre la dificultad y la promesa gozosa. La misericordia es un atributo característico de Dios. Dios es misericordioso perdonando generosamente el pecado del hombre y acogiendo con ternísimo afecto. Esta realidad hace de la familia una auténtica comunidad de vida y de amor verdaderamente feliz. Dios nos quiere felices en la familia. También la dulzura o la no violencia es objeto de otra bienaventuranza de Jesús: Dichosos los no-violentos porque ellos poseerán la tierra (Mt 5,5). Y lo mismo podría decirse de la bondad y de la comprensión. Estas cualidades son de innegable actualidad. En un mundo agresivo, violento en tantos ámbitos, es necesaria la familia animada por estas cualidades. Los miembros que vuelven muchas veces derrotados de la lucha agresiva y dura, necesitan el ambiente cálido y sosegado de un hogar moderno pero auténtico en el que todos se acogen mutuamente en la dulzura y la misericordia y en los momentos tensos, la comprensión y la bondad en los gestos y en las palabras.

2ª) ¡Es necesario el perdón permanente a imitación de Jesús!

Perdonaos cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado haced vosotros lo mismo. El perdón y la reconciliación se encuentran en la entraña misma de la obra de Jesús. Desde la primera declaración que hace Juan sobre Jesús aparece esta realidad: He ahí el cordero (siervo) de Dios que hace desaparecer el pecado del mundo (Jn. 1,36). La historia de la salvación nos recuerda con hiriente frecuencia la presencia y las manifestaciones del pecado en el mundo. Una realidad nunca querida por Dios que destruye al hombre y lo deshumaniza. El modelo del perdón permanente que todos los miembros de la familia necesitan conceder y recibir es el reflejo y el resultado del perdón conseguido a través de Cristo. Los miembros de las familias deben estar muy atentos a sus propias debilidades y a las debilidades de los demás. Por eso necesitan ser muy generosos en ofrecer el perdón (hasta setenta veces siete cada día) y recibirlo son sencillez y sinceridad. Cada vez que cualquiera nos diga "lo siento" hemos de reaccionar con el perdón generoso y gratuito, como lo es el que nos concede a nosotros Jesús mismo.

3ª) ¡El amor y la paz, secretos de una familia en comunión!

Por encima de todo esto, el amor que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón. El amor que es la fuerza motriz de toda la historia de la salvación y del misterio pascual, es la raíz de todo lo demás. Jesús en la cruz es la suprema manifestación y expresión del amor gratuito de Dios. San Juan cuando quiso interpretar este acontecimiento nos enseñó que nadie tiene amor más grande que el que está dispuesto a dar su vida por sus amigos: amaos mutuamente porque yo os he amado primero (Jn 15,12ss). En la Iglesia y en la familia no es posible el amor fraterno si antes no se ha experimentado sinceramente el amor que Dios nos tiene. En esta experiencia aprendemos la gratuidad total, la limpieza, la exigencia y la profunda felicidad que se siente cuando alguien se sabe amado por Dios. Lo mismo espera Jesús de los miembros de su Iglesia y de cada familia. La Palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente. Es necesario desterrar el mercadeo en las relaciones familiares. O los miembros de la familia se deciden por un amor generoso, universal y limpio o no es posible la verdadera comunión y felicidad de todos y de cada uno. El amor auténtico no tolera ser tratado como una mercancía o moneda de cambio. Es necesario que las familias cristianas maduras, abiertas, modernas reflejen la hondura, elegancia y exigencia del verdadero amor de Jesús reflejado en ellas.

Evangelio: (Mateo 2,13-15.19-23)

Marco: A continuación del relato de los magos, el evangelista Mateo narra la huida a Egipto y regreso.

Reflexiones

1ª) ¡Las dificultades de una joven familia!

El ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto. Quédate allí hasta que yo te avise. San Mateo ha conseguido un estremecedor y desconcertante relato, una elocuente dramatización cristológica. Jesús fue realmente una bandera discutida o un signo de contradicción durante todo su ministerio en el que fue rechazado por los que no aceptaban ni su mensaje ni su actuación con todos, especialmente con las personas marginales por razones morales, económicas o sociales. Todo desembocó en la muerte de Cruz. Pues bien, esta historia es retrotraida de alguna manera y se refleja en los relatos de la Infancia. La Sagrada Familia se vio envuelta en graves dificultades. Es modelo ejemplar en todos los aspectos, incluido el de las graves dificultades sufridas, siendo los tres profunda y totalmente inocentes de toda culpa. Hoy como ayer, la familia es asaltada desde muchos flancos, por tanto necesita una atención vigilante y solícita. Todas las familias que sufren por cualquier causa tienen donde dirigir la mirada para recuperar su comunión profunda, su mutua ayuda, sus razones para seguir adelante motivados por una gran esperanza. Sólo por ahí recuperaremos esta célula básica e insustituible para la Iglesia y la para sociedad.

2ª) ¡La Sagrada Familia en el número de los emigrantes forzosos!

José se levantó, cogió al niño y a su madre de noche; se fue a Egipto. Los patriarcas se vieron obligados a descender a Egipto acuciado por la urgente necesidad de alimentos. Allí les espera José que les facilita un lugar apropiado para su vida de pastores. Las situaciones cambiaron y cuatro siglos después el pueblo se ve obligado a duros trabajos forzados (esclavitud de Egipto). Fueron perseguidos por los faraones que decretaron la muerte de todos los varones. Dios interviene y los saca de Egipto por mano de Moisés. Todo este acontecimiento ha inspirado a Mateo para componer este acontecimiento de Jesús. Jesús fue cruelmente perseguido durante su vida hasta la muerte injusta en la cruz. Este acontecimiento es preanunciado misteriosamente por la forzosa huida a Egipto porque peligraba la vida del niño. De este modo la Sagrada Familia pertenece a esa lista incalculable de exiliados forzosos que se han dado en toda la historia. Hoy comprobamos el fenómeno doloroso de los exiliados forzosos y de los inmigrantes impelidos por la necesidad vital. ¿Cómo acogemos, cómo tratamos a todos estos hermanos nuestros que buscan medios de vida?. Amnistía internacional nos recuerda insistentemente las graves dificultades que encuentran todos ellos para integrarse laboral y socialmente. Los creyentes estamos llamados a ser mensajeros y promotores de respeto, acogida y ayuda a todo estos hombres y mujeres, familias enteras que se desplazan de sus países en busca de condiciones de vida más humanas. No podemos, no debemos quedarnos neutrales, ni inhibirnos. Todos estamos comprometidos desde nuestra propia situación.

3ª) ¡José y María con Jesús vuelven a Israel y se establecen en Nazaret!


Levántate, coge al niño y a su madre, y vuélvete a Israel. Se retiró a Galilea y se estableció en un pueblo llamado Nazaret. Egipto no es la patria definitiva del pueblo de Dios ni tampoco lo es del Hijo de Dios hecho hombre. Es una etapa dolorosa, pero ambos se dirigirán a la Tierra Prometida. Mateo se inspira en aquellos relatos antiguos para enseñarnos que Dios llama a su Hijo Jesús de Egipto para que vuelva a la tierra de la verdadera libertad. Llamé a mi hijo para que saliera de Egipto. Jesús sume y realiza el itinerario de su pueblo y lo ha hecho en familia, los tres juntos, y guiados por la Palabra de Dios. El proyecto de Dios para su Familia y para todas las familias no es la esclavitud ni el exilio, sino la tierra de la libertad. Se establecieron en un pueblo llamado Nazaret, donde desarrollaría el programa familiar marcado por la Escritura (voluntad de Dios) durante muchos años: convivencia íntima, laboral, social y religiosa. El mundo necesita que los creyentes le anuncien el proyecto para las familias, a saber, que vivan en libertad, en comunión, en mutua ayuda. Unidas en las alegrías y en las penas y como modelo ejemplar propone su propia Familia. Guiados por esta esperanza es necesario trabajar de la forma que a cada cual le incumba en la reconstrucción de esta realidad admirable que es la familia.




domingo, 22 de diciembre de 2013

DOMINGO 4º DE ADVIENTO




“Le pondrá por nombre Emmanuel, 
que significa Dios-con-nosotros”

Estamos en vísperas de la Natividad del Señor Jesucristo. En Él los cristianos proclamamos la presencia salvífica de Emmanuel. No cabe, hermanos, sino el gozo y la esperanza, la gratitud y adoración, el compromiso renovado de ser expresión en nuestro cotidiano vivir de este Misterio de Amor.

Celebramos hoy con júbilo nuestra fe. En esta eucaristía dominical el Señor Jesús viene y hace morada entre y en cada uno de nosotros. Es Dios ofrecido en cercanía amorosa a ti y a mí.

Acojamos este amor y vivamos en él, pues somos hoy ciertamente, en medio de tantas preocupaciones y quebrantos, aquellos “a quienes Dios ama y ha llamado a formar parte de los santos”.

CONTEMPLAMOS LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de Isaías 7, 10-14

El Señor habló a Ajaz en estos términos: "Pide para ti un signo de parte del Señor, en lo profundo del Abismo, o arriba, en las alturas". Pero Ajaz respondió: "No lo pediré ni tentaré al Señor". Isaías dijo: "Escuchen, entonces, casa de David: ¿Acaso no les basta cansar a los hombres, que cansan también a mi Dios? Por eso el Señor mismo les dará un signo. Miren: la joven está embarazada y dará a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emanuel".
Palabra de Dios.
SALMO

Salmo 23, 1-6

R. Va a entrar el Señor, el rey de la gloria.

Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella, el mundo y todos sus habitantes porque él la fundó sobre los mares, él la afirmó sobre las corrientes del océano. R.

¿Quién podrá subir a la montaña del Señor y permanecer en su recinto sagrado? El que tiene las manos limpias y puro el corazón; el que no rinde culto a los ídolos. R.

Él recibirá la bendición del Señor, la recompensa de Dios, su salvador. Así son los que buscan al Señor, los que buscan tu rostro, Dios de Jacob. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Roma 1, 1-7

Carta de Pablo, servidor de Jesucristo, llamado para ser apóstol, y elegido para anunciar la Buena Noticia de Dios, que él había prometido por medio de sus profetas en las Sagradas Escrituras, acerca de su Hijo, Jesucristo, nuestro Señor, nacido de la estirpe de David según la carne, y constituido Hijo de Dios con poder según el Espíritu santificador, por su resurrección de entre los muertos. Por él hemos recibido la gracia y la misión apostólica, a fin de conducir a la obediencia de la fe, para gloria de su nombre, a todos los pueblos paganos, entre los cuales se encuentran también ustedes, que han sido llamados por Jesucristo. A todos los que están en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos, lleguen la gracia y la paz, que proceden de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.
Palabra de Dios.
EVANGELIO

Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 1, 18-24

Éste fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto. Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: "José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella, proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de todos sus pecados". Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta: "La Virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán el nombre de Emanuel", que traducido significa: "Dios con nosotros". Al despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa.
Palabra del Señor.

 COMPARTIMOS LA PALABRA

“Le pondrá por nombre Emmanuel, que significa Dios-con-nosotros”

De vez en cuando nos sorprenden los prodigios. Unos terminan por ser racional e intelectualmente explicados. En otros perdura su asombroso misterio: “Ella, María, esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo”.

Es admirable la espera de María. Es la suya una espera transcendente. Más allá, y más por encima, de las esperas inmediatas e inmediatamente satisfactorias que pueblan nuestros anhelos. Ella espera la acción de Dios; el acontecimiento discreto, profundo e íntimo, del Misterio haciéndose vida de su vida. Y de todos estos acontecimientos desbordantes de nuestra capacidad de entendimiento participa, confiado, José, su esposo.

Ambos, María y José, nos animan con su actitud a abrirnos humildes y confiados al Misterio que siempre está viniendo a nuestras vidas, que nos envuelve y nos habita.

“Le pondrá por nombre Emmanuel, que significa Dios-con-nosotros”

Todos vamos creciendo en el conocimiento de las grandes preocupaciones que habitan las inquietudes de la humanidad de hoy: la violencia destructiva, la injusticia inicua, la nefasta distribución de la riqueza, la demoledora intransigencia, las enfermedades persistentes, la mortífera contaminación ambiental…

Pocos de la familia humana nos detenemos a pensar la gran cuestión: “¿Estamos solos, perdidos en los sobrecogedores espacios siderales? ¿Somos no más que un efímero resplandor engendrado por la nada y fagocitado por ella? ¿Hay alguien que nos origine y sostenga, que nos explique y espere?

Benedicto XVI en uno de sus primeros escritos magisteriales hacía una personal confesión de fe: “Una corriente de Amor, que es Alguien, atraviesa el tiempo y el espacio, y viene a nuestro encuentro”. Ciertamente esta es nuestra fe, que hoy se hace gratitud y adoración por esta cercanía salvífica del Misterio a nuestra vida y fragilidad.

“Le pondrá por nombre Emmanuel, que significa Dios-con-nosotros”

Esta presencia de Emmanuel entre nosotros abre nuestra vida a una esperanza inimaginable por ser única. Gracias a Él, a su acción entre nosotros y en nuestra historia, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva en los que habite la justicia, en los que la vida sea vida-sin-amenaza-alguna, en los que la comunión de amor sea por siempre universal y duradera.

Hoy, en vísperas de la Natividad de Emmanuel, quisiéramos ser testigos y ofrenda de esta esperanza para la gran familia humana. Será necesario para ello traducir en gestos de amor verdadero este Misterio de Encarnación y Redención. Solo un amor firme y cada día renovado será capaz de mantener encendida la esperanza. Sin duda que encierra verdad esta consideración que alguien nos ofrece: “Cuando uno se siente amado no teme esperar, aunque la espera deba prolongarse a lo largo de toda la vida”.



ESTUDIO BÍBLICO

En este cuarto Domingo de Adviento las lecturas nos hacen descubrir verdaderamente al Esperado de los pueblos, a Jesucristo. Son tres lecturas de densidad cristológica inigualable que nos hacen tocar con las manos y vivir con corazón sincero la densidad de lo que significa el que Dios "esté con nosotros" para siempre, es decir, que sea "Enmanuel".

Iª Lectura: Isaías (7,10-16): Dios está en nuestra historia

I.1. La primera lectura es probablemente el más famoso y conocido oráculo del profeta; el que más veces se he reinterpretado en la historia del pueblo judío, y de las comunidades cristianas. Es un oráculo que tiene un contexto histórico bien definido: cuando el rey Acaz buscaba apoyos para su monarquía en los poderosos de este mundo, en Asiria concretamente, un imperio terrible, ante las amenazas de los reyes de Damasco y Samaría por quitarle el trono. Entonces el profeta lo afronta con la gallardía que siempre tienen los profetas que saben leer en la vida las cosas de Dios. Precisamente lo que busca el rey será su condena; solamente cuando se es capaz de confiar en Dios, Jerusalén será liberada: "si no creéis, no subsistiréis".

I.2. Una muchacha muy joven (almah), ha concebido y dará a luz. Es el signo, el símbolo entrañable de lo que Dios promete por medio del hombre más lucido en la Jerusalén de aquellos días. Puede parecer irrisorio para el momento dramático y decisivo que se está viviendo. Está en juego el trono de Judá y, sin duda, el templo de Dios. si Dios mismo no tiene la respuesta; y desde el realismo socio-político eso no vale para nada. Pero Dios no es inmune a lo que está sucediendo. Pide paz y sosiego, confianza y experiencia divina. Porque Dios puede sacar de la nada lo que los hombres son incapaces. Ahí queda el símbolo y, si queremos, la leyenda o el mito de lo religioso. Pero cuando se rehace la historia de las personas, de las familias o de los pueblos, comprobamos que lo que no tenía sentido sí lo tiene. Estas palabras de Isaías se cumplirían por medio de la madre joven que habría de dar un descendiente a Ajaz, Ezequías. Los ejércitos de Israel y Damasco fueron derrotados por los asirios en el 732 a. C. La guerra sirio-efraimita fue un fracaso, incluso para Judá, que tuvo que pagar tributo a Asiria; pero la palabra profética se cumplió: un descendiente davídico seguiría ocupando el trono.

I.3. Es muy importante el contexto histórico de este oráculo de Isaías, pues de lo contrario perderíamos su perspectiva verdadera de palabra de luz de un profeta en medio de los miedos y desajustes que conmocionan al pueblo. El profeta es el único que tiene la luz necesaria para poner de manifiesto el disparate de Ajaz para echarse en manos de Asiria y de sus dioses implacables; tiene una mirada más alta para confiar en el Dios vivo y verdadero que libera de verdad. Es lógico que para un político esto fuera una ignominia: confiar en Dios cuando Jerusalén puede ser destruida. Su postura es muy crítica frente al rey de Judá, pero del alma le sale una promesa que es una oferta para un pueblo nuevo. Porque Dios no abandonará a su pueblo; y le dará un Mesías, el esperado, aunque éste no venga como se le esperaba. Con ello se pone en juicio toda la tradición anterior. Es verdad que esto no está directa e inmediatamente en el texto; serán los cristianos quien lo acomoden en sentido mesiánico a lo que dijo e hizo Jesús.

IIª Lectura: Romanos (1,1-7): El evangelio de Dios

II.1. La segunda lectura es el comienzo, exactamente, de la carta más impresionante de Pablo, lo que se conoce técnicamente como el preescrito. El Apóstol de los gentiles les anuncia la buena nueva de Jesucristo: nacido de David según la carne y establecido en su poder por el Espíritu de Dios. Las formulaciones de fe que Pablo recoge de la tradición anterior a él no obstan para poner de manifiesto la pasión verdadera por el evangelio de Dios; precisamente este hombre que antes fue perseguidor de los que confesaban a Jesús como el salvador. Ahora, en el cristianismo, Pablo entiende que en Jesucristo se han realizado las promesas de sus profetas, los que él había intentado conocer en profundidad en las escuelas rabínicas en las que se había formado en Damasco o en Jerusalén. Y se atreve a más: Dios le ha llamado precisamente para que este nombre sea conocido hasta los confines de la tierra. Él ha dejado su antigua pertenencia a la fe judía, precisamente para que los paganos oyeran hablar de un Dios que siempre está con los hombres, y que los paganos, los ateos, los apóstatas, los que son dioses de ellos mismos, puedan escuchar la bondad y la generosidad de este Dios verdadero. Por eso no se avergüenza del evangelio.

II.2. Llama la atención la expresión de "evangelio de Dios" que verdaderamente señala a Jesucristo, nacido de la línea de David y constituido Señor por la resurrección de entre los muertos. Precisamente el "evangelio de Dios" es lo que Pablo va a desarrollar en esta carta prodigiosa a los Romanos. Evangelio que, como buena noticia, no consiste solamente en proclamar que Jesús es el Señor, sino que es el Señor porque ha dado su vida para que nosotros seamos libres y vivamos de verdad. Es una gracia esto del evangelio para el apóstol de los gentiles. Efectivamente "una gracia" que le llega por el evangelio de Dios; una gracia no solamente para él, sino para todos los hombres. Y como es una gracia, no puede mantenerla egoístamente para sí, sino que debe proclamarla a todos.

Evangelio: Mateo (1,18-24): Dios está con nosotros, en Jesús.

III.1. El evangelio del evangelista que mejor ha tratado las profecías del Antiguo Testamento, aunque, por razones propias de la mentalidad judeo-cristiana, aparezca la figura de José como introductora de cumplimiento. En el sueño, José -una forma bíblica de hablar de experiencias religiosas-, tiene encomendado dar un nombre al hijo que dará a luz su prometida María; le pondrá por nombre Jesús. En Isaías 7 el nombre era Enmanuel: ¿Acaso no es lo mismo? Semánticamente no, pero teológicamente sí. Su nombre simbólico será una realidad eterna: Enmanuel, Dios con nosotros. El nombre de Jesús significa: Dios salva. Es posible que este relato de Mateo no alcance las cimas del relato de la anunciación de Lucas (1,26-38), entre otras cosas porque se ha debido atener a su mentalidad más judía, acorde con su comunidad y sus búsquedas. No deja de ser, no obstante, un relato prodigioso como el de Lucas.

III.2. Dicen los especialistas, con razón, que estos relatos han sido escritos en una forma muy peculiar. Le llaman midrash, en este caso haggada, porque es narrativo, ya que intenta actualizar un texto del AT y aplicarlo a una situación nueva. Esto es verdad y muy significativo. No estaban "relatando" en el sentido más estricto, sino actualizando. No podemos tomar al pie de la letra lo del sueño, pero sí debemos tomar en consideración su mensaje. José no está herido de infamia por haber sido engañado por su prometida. Lo importante para Mateo es que él debe desempeñar una misión, la de ponerle el nombre, ya que el nombre tiene una importancia decisiva en el lenguaje bíblico. Y el nombre, en este caso, no es el nombre histórico con el que Jesús ha saltado a la fama. Es el oráculo de Isaías 7 el que se quiere actualizar y por ello se le pondrá - ¡qué extraño! - Jesús, cuando en el oráculo era Enmanuel (Dios con nosotros), aunque también en las palabras de Isaías no hay relación directa entre Enmanuel y el hijo de Ajaz, Ezequías. El hecho real es que José puso nombre a "su" hijo: Jesús. Con ese nombre, según el relato midrashico, se estaba cumpliendo la profecía del Enmanuel.

III.3. No deberíamos pasar por alto cómo Mateo ha querido responder a una objeción que se le plantea en la genealogía (1,16) cuando, dejando de lado a los varones (que Jacob engendró a José), debe introducir a María como la madre de Jesús. En su genealogía de Jesús, Mateo intenta poner de manifiesto que Cristo desciende realmente de David. Pero, de hecho, no consigue probarlo porque, en el momento decisivo, en lugar de decir que Jacob engendró a José, y éste a Jesús, interrumpe la sucesión y afirma: «Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo» (1, 16). Intenta decir lo que intenta decir: que Jesús tiene un origen divino. Según el derecho judío, la mujer no cuenta en el alcance genealógico. Por consiguiente, a través de María no puede Cristo insertarse en la casa de David. Sin embargo, para Mateo es evidente que Jesús es hijo de María y del Espíritu Santo (1,18). Y entonces surge un problema: ¿Cómo insertar a Jesús, a través del árbol genealógico masculino, dentro de la genealogía davídica si no tiene un padre humano? Para resolver el problema, Mateo hace una especie de acotación o glosa (explicación de una dificultad) y narra la concepción y el origen de Jesús (1,18-25).

III.4. Su intención no consiste en narrar la concepción de Jesús, ni en describir, como hace Lucas de forma extraordinaria (2,1-20), el nacimiento de Jesús. El centro del relato lo constituye José, el cual, al considerar la situación embarazosa de María, pretende abandonarla en secreto. ¿Qué ha pretendido Mateo en 1,18-25? Sin duda, solucionar el problema que se ha suscitado; y el esclarecimiento lo tenemos en el versículo 25: José, pone al niño el nombre de Jesús (Yeshúa ), un nombre teofórico, eminentemente bíblico (Josué / Yehoshúa ). José, descendiente de David y esposo legal de María, al imponer el nombre a Jesús se convierte legalmente en su padre, con lo cual lo inserta en su genealogía davídica. De este modo, Jesús es hijo de David a través de José, y es también el Mesías. Así se cumple igualmente la profecía de Isaías (7, 14) de que el Mesías nacería de una virgen (en realidad almah no es virgen, sino doncella en edad de casarse, aunque los LXX tradujeron por parthenos, virgen, y así ha pasado a la tradición cristiana), y el plan de Dios se realiza de modo pleno. En el fondo, teológicamente hablando, uno y otro nombre vienen a significar lo mismo: Dios está con nosotros cuando salva y cuando libera Jesús (porque Yeshúa significa "Dios es mi salvador" o "Dios salva". Por tanto, decir Enmanuel y decir Jesús, para el evangelista, es correspondiente, porque no está Dios con los hombres de otra manera que salvándolos y liberándolos. La comunidad de Mateo, pues, ha entendido ajustadamente el texto del profeta Isaías. Porque el oráculo del profeta le trasciende, va más allá de lo que él mismo podía presuponer. El oráculo se le escapa al profeta porque es Dios quien lleva a cabo los oráculos de los profetas verdaderos. Esto lo ha sabido recoger muy bien la comunidad de Mateo y lo ha plasmado en esta escena llena de contenido teológico. Así, pues, con este evangelio se nos abren las puertas de la Navidad; termina el Adviento y la esperanza que genera se debe hacer realidad experimentando de verdad la salvación que nos llega ya.



domingo, 15 de diciembre de 2013

DOMINGO 3° DE ADVIENTO


"¿Eres tú el que ha de venir 
o debemos esperar a otro?"

Juan Bautista es el predicador del Adviento, de la Venida del Señor. Las lecturas de este III Domingo de Adviento deben ser entendidas desde la luz de Cristo, es decir, desde el Evangelio. Un buen entendimiento del mensaje del Evangelio de este Domingo nos permite comprender la profundidad la primera y segunda lectura. Unas simples preguntas nos puede ayudar: ¿Qué y quién es el Mesías? ¿Qué repercusiones tiene en nuestra vida? ¿Cómo identificarlo?

CONTEMPLAMOS LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de Isaías 35, 1-6. 10

¡Regocíjense el desierto y la tierra reseca, alégrese y florezca la estepa! ¡Sí, florezca como el narciso, que se alegre y prorrumpa en cantos de júbilo! Le ha sido dada la gloria del Líbano, el esplendor del Carmelo y del Sarón. Ellos verán la gloria del Señor, el esplendor de nuestro Dios. Fortalezcan los brazos débiles, robustezcan las rodillas vacilantes; digan a los que están desalentados: "¡Sean fuertes, no teman: ahí está su Dios! Llega la venganza, la represalia de Dios: Él mismo viene a salvarlos". Entonces se abrirán los ojos de los ciegos y se destaparán los oídos de los sordos, entonces el tullido saltará como un ciervo y la lengua de los mudos gritará de júbilo. Volverán los rescatados por el Señor; y entrarán en Sión con gritos de júbilo, coronados de una alegría perpetua: los acompañarán el gozo y la alegría; la tristeza y los gemidos se alejarán.
Palabra de Dios.
SALMO

Salmo 145, 6-10

R. Señor, ven a salvarnos.

El Señor mantiene su fidelidad para siempre, hace justicia a los oprimidos y da pan a los hambrientos. El Señor libera a los cautivos. R.

El Señor abre los ojos de los ciegos y endereza a los que están encorvados. El Señor ama a los justos, y protege a los extranjeros. R.

Sustenta al huérfano y a la viuda; y entorpece el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, reina tu Dios, Sión, a lo largo de las generaciones. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta de Santiago 5, 7-10

Tengan paciencia, hermanos, hasta que llegue el Señor. Miren cómo el sembrador espera el fruto precioso de la tierra, aguardando pacientemente hasta que caigan las lluvias del otoño y de la primavera. Tengan paciencia y anímense, porque la venida del Señor está próxima. Hermanos, no se quejen los unos de los otros, para no ser condenados. Miren que el juez ya está a la puerta. Tomen como ejemplo de fortaleza y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor.
Palabra de Dios.

EVANGELIO

Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 11, 2-11

Juan el Bautista oyó hablar en la cárcel de las obras de Cristo, y mandó a dos de sus discípulos para preguntarle: "¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?". Jesús les respondió: "Vayan a contar a Juan lo que ustedes oyen y ven: los ciegos ven y los paralíticos caminan; los leprosos son purificados y los sordos oyen; los muertos resucitan y la Buena Noticia es anunciada a los pobres. ¡Y feliz aquel para quien yo no sea motivo de tropiezo!". Mientras los enviados de Juan se retiraban, Jesús empezó a hablar de él a la multitud, diciendo: "¿Qué fueron a ver al desierto? ¿Una caña agitada por el viento? ¿Qué fueron a ver? ¿Un hombre vestido con refinamiento? Los que se visten de esa manera viven en los palacios de los reyes. ¿Qué fueron a ver, entonces? ¿A un profeta? Les aseguro que sí, y más que un profeta. Él es aquél de quien está escrito: 'Yo envío a mi mensajero delante de ti, para prepararte el camino'. Les aseguro que no ha nacido ningún hombre más grande que Juan el Bautista; y sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es más grande que él".
Palabra del Señor.


COMPARTIMOS LA PALABRA

Un relectura del Evangelio: ¿Eres Tú el que tiene que venir o tenemos que esperar a otro?

En el Evangelio de este III Domingo, encontramos al personaje clásico del Adviento: Juan el Bautista. Como su propio nombre indica, Juan, el Bautista, ya no se encuentra bautizando en el Jordán, sino que, en este domingo, está encarcelado antes de que Salomé pida su cabeza a Herodes. A pesar de estar encarcelado, Herodes lo trataba con mucho respeto porque Juan era una persona con autoridad. Por esta razón, Juan el Bautista podía recibir visitas, en concreto de sus seguidores, los cuales le informaban de lo que estaba pasando fuera de la cárcel.

Juan, desconcertado por lo que le contaban sus seguidores sobre a quién había bautizado, los envía hacia Jesús con un objetivo claro: preguntarle si era o no era el Mesías. Esta pregunta de Juan el Bautista a Jesús encierra una duda; o dicho en otras palabras, hay algo en Jesús que a Juan el Bautista no le cuadra y que le provoca dudas.

Ahora bien, ¿qué es eso que hace o dice Jesús que no le convence a Juan el Bautista? ¿Cuáles son esas razones que tiene Juan el Bautista para dudar? El problema se encuentra en que Jesús está teniendo actitudes y posicionamientos que Juan nunca se habría esperado. La predicación y la creencia de Juan el Bautista era clara y se puede resumir en una frase: ¡Convertíos porque el Mesías está por llegar! Era una predicación dura, ascética, amenazante, que sacaba la luz las oscuridades de la sociedad y que pedía la conversión de los pecadores. El problema se genera en el contrate entre el contenido de la predicación de Juan el Bautista y el contenido de la predicación y acciones de Jesús. Este contraste es el que provoca el problema de fe, de dudas, de Juan el Bautista: ¿Eres el Mesías o no?

Juan ha escuchado que Jesús no sólo no condena a los pecadores, sino que come con ellos y que, además, no tiene problema para reconocerse como amigo de los pecadores. Estas actitudes de Jesús no se corresponden con las actitudes que Juan el Bautista tenía en mente. Jesús no se corresponde con la imagen del Mesías de Juan. Por esta razón, Juan el Bautista envía a sus discípulos a preguntarle: ¿Eres tú o no, el Mesías? Esta es nuestra experiencia: la fe en Jesús tiene momentos de duda porque se meten en duda las certezas de nuestra vida. La actitud del Bautista no es de rechazo porque tambalean sus certezas, sino que quiere entender.

La respuesta de Jesús es la clave: ¡Vayan a contarle lo que ven! Y Jesús aclara a los discípulos de Juan el Bautista que es lo que tienen que contarle. Les da un elenco de 6 acciones que hace el Mesías según los libros proféticos. Si nos fijamos con atención, no viene puesta ninguna condena.

Lo importante es que los gestos de Jesús son interpretados como el cambio, el nacimiento de un mundo nuevo, de una nueva humanidad: los ciegos que antes caminaban en la oscuridad, ahora caminan en la luz hacia la meta divina. Los sordos que no son capaces de escuchar la Palabra de Dios, ahora escuchan la Palabra de Dios y se dejan guiar. Los leprosos que vivían separados, ahora caminan junto con nosotros. Los muertos que resucitan, es decir, todos aquellos que se abren al amor y al perdón, a la Nueva Noticia: ¡También para ti hay salvación! En resumidas cuentas, allí donde llega el Señor, la vida florece. Cuando tenemos dudas de fe, la respuesta es clara: miremos los hechos, nuestra vida. Cada uno de nosotros deberíamos releer y verificar lo que ha sucedido en nuestra vida, cuando nos hemos encontrado con el Señor. De esta manera, verificamos la Verdad de la Palabra de Dios. Hemos de releer nuestra vida a la luz del Evangelio.

Jesús termina diciendo: ¡Bienaventurado aquel que no se escandalice de mi! En otras palabras: ¡No te asustes de que el Mesías que has predicado no es cómo creías! Este es el escándalo: el Mesías de Juan no cuadra con Jesús: la bondad y la misericordia de Dios que se hace ver en Jesús es muy diferente de la idea del Mesías. No es un Dios que castiga a los malos y premia a los buenos, sino que acepta a todos.

Por tanto, quizás nuestra fe puede tropezar con nuestra comprensión personal del Evangelio. Está aquí la razón de la bienaventuranza: Felices aquellos que no se escandalicen de este nuevo rostro de Dios. El Bautista es el predicador del Adviento y, en este domingo, nos presenta su incomprensión de Jesús. Una incomprensión que nace de la resistencias que ponemos a cambiar nuestras certezas sobre la fe.


ESTUDIO BÍBLICO

Iª Lectura: Isaías (35,1-10): A la búsqueda de la alegría

I.1. La lectura de Isaías evoca una escena de imágenes creativas y creadoras: es como una caravana de repatriados que atraviesa un desierto que se transforma en soto y cañaveral por la abundancia de agua; sanan los mutilados, se alejan los fieras, la caravana se convierte en procesión que lleva a la ciudad ideal del mundo, Sión, Jerusalén: con cánticos. Es una procesión que está encabezada por la personificación de una de las cosas más necesaria para nuestro corazón: La Alegría. Pero no se trata de cualquier alegría, sino de una Alegría con mayúsculas, de una alegría perpetua. Y de nuevo termina la procesión (v. 10), se corta de raíz para que queden alejados la pena y la aflicción (que son el desierto, la infelicidad, la opresión y la injusticia). Es decir, la procesión a la ciudad de Sión la abre la alegría y la cierran la alegría y el gozo.

I.2. El Adviento, pues, es un tiempo para anunciar estas cosas cuando las previsiones, a todos los niveles, son desastrosas, como puede ser el exilio o el desierto. Quien tiene esperanza en el Señor comprenderá estos valores que son distintos de los valores con los que se construye este mundo de producción económica e interesada; porque el Adviento es una caravana viva a la búsqueda del Dios con nosotros, del Enmanuel . Es un oráculo, pues, el de Isaías 35, que no puede quedar solamente en metáforas. Estas cosas se han vivido de verdad en la historia del pueblo de Israel y es necesario revivirlas como comunidad cristiana, especialmente en Adviento.

IIª Lectura: Santiago (5,7-10): A la espera del Señor, con entereza

II.1. Dos elementos resuenan con fuerza en este texto de la carta de Santiago: la venida (parousía) del Señor y la paciencia (makrothymía). Para ello se pone el ejemplo del labrador, pues no hay nada como la paciencia del labrador esperando las gotas de agua que vienen sobre la tierra. hasta que una día llega y ve que se salva su cosecha. De nada vale desesperarse. porque llegará, a pesar de las épocas de larga sequía. Pero la paciencia de que todo cambiará un día es sinónimo de entereza y de ánimo.

II.2. El texto, pues, de la carta Santiago pretende llamar la atención sobre la venida del Señor. El autor hablaba de una venida que se consideraba próxima, como sucedía en los ámbitos apocalípticos del judaísmo y el cristianismo primitivo. Pero recomienda la paciencia para que el juicio no fuera esperado como un obstáculo o un despropósito. Es verdad que no tiene sentido esperar lo que no merece la pena. Hoy no nos valen esas imágenes que se apoyaban en elementos críticos de una época. Pero sí la recomendación de que en la paciencia hay que escuchar a los profetas que son los que han sabido dar a la historia visiones nuevas. No debemos escuchar a los catastrofistas que destruyen, sino a los profetas que construyen.

Evangelio: Mateo (11,2-11): El reino es salvación, ¡no condenación!

III.1. El texto de hoy del evangelio viene a ser como el colofón de todos estos planteamientos proféticos que se nos piden. Sabemos que Jesús era especialmente aficionado al profeta Isaías; sus oráculos le gustaban y, sin duda, los usaba en sus imágenes para hablar de la llegada del Reino de Dios. Mateo (que es el que más cita el Antiguo Testamento), en el texto de hoy nos ofrece una cita de Is. 35,5s (primera lectura de hoy) para describir lo que Jesús hace, como especificación de su praxis y su compromiso ante los enviados de Juan. Es muy posible que en esta escena se refleje una historia real, no de enfrentamiento entre Juan y Jesús, pero sí de puntos de vista distintos. El reino de Dios no llega avasallando, sino que, como se refleja en numerosas parábolas, es como una semilla que crece misteriosamente. pero está ahí creciendo misteriosamente. El labrador lo sabe. y Jesús es como el "labrador" del reino que anuncia. El evangelista Mateo ha resaltado que Juan, en la cárcel, fue informado de las obras de Mesías (no dice sencillamente Jesús, ni el término más narrativo del Señor, como hace Lucas 7,24). Y por eso recibe una respuesta propia del Mesías.

III.2. El Bautista, hombre de Antiguo Testamento, está desconcertado porque tenía puestas sus esperanzas en Jesús, pero parece como si las cosas no fueran lo deprisa que los apocalípticos desean. Jesús le dice que está llevando a cabo lo que se anuncia en Is 35, y asimismo en Is 61,1ss. Jesús está movilizando esa caravana por el desierto de la vida para llegar a la ciudad de Sión; está haciendo todo lo posible para que los ciegos de todas las cegueras vean; que todos los enfermos de todas las enfermedades contagiosas del cuerpo y el alma queden limpios y no destruidos y abandonados a su suerte. El reino que anuncia, y al que dedica su vida, tiene unas connotaciones muy particulares, algunas de las cuales van más allá de lo que los profetas pidieron y anunciaron.

III.3. Finalmente añade una cosa decisiva: ¡Y dichoso el que no se escandalice de mí! (v.6). Esta expresión ha sido muy discutida, pero gran mayoría de intérpretes opina que se refiere concretamente al Bautista. Ésa es la diferencia con Juan, por muy extraña que nos parezca; porque entre Jesús y Juan se dan diferencias radicales, a pesar del elogio tan manifiesto de nuestro texto (vv.9-10): uno anuncia el juicio que destruye el mal (como los buenos apocalípticos) y el otro (como buen profeta) propone soluciones. Ésa es la verdad de la vida religiosa: los apocalípticos tiene un sentido especial para detectar la crisis de valores, pero no saben proponer soluciones. Los profetas verdaderos, y Jesús es el modelo, no solamente detectan los males, sino que ofrecen remedios: curan, sanan, ayudan a los desgraciados (culpables o no), dan oportunidades de salvación. Nosotros hemos tenido la suerte de nacer después de Juan y haber escuchado las palabras liberadoras del profeta Jesús.


domingo, 1 de diciembre de 2013

DOMINGO 1° DE ADVIENTO


“Estén preparados, 
porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada”

Estamos acostumbrados a que nos presenten los textos de la misa de hoy como estremecedores. Parece que nos atemorizan y nos conminan a que estemos alerta porque a la hora que menos pensemos, “¡zas!”, vendrá el juez. Pero ¿es realmente amenazador el evangelio de hoy? Frecuentemente se dice que en el juicio final que hará el Hijo del hombre se decide sobre la salvación o la condenación de los seres humanos, y esto, qué duda cabe, es algo muy trascendental. Por eso, toda la vida de los cristianos debería ser una preparación para esta prueba decisiva. Sin embargo, según Luz, esto plantea una pregunta para la interpretación teológica de este evangelio. ¿Cuál es (entonces) el significado de la entrega de Dios a los hombres en Jesús, el «Enmanuel», si al final sólo (es) el juicio según las obras (el que) decide acerca de la vida eterna o el castigo eterno? ¿En qué puede confiar entonces el ser humano, sino (sólo) en lo que haya hecho él mismo? La interpretación, pues, que hagamos de los textos que hoy presenta la liturgia debe tener muy en cuenta esta seria objeción.

A muchos cristianos de hoy les importa muy poco o nada el fin del mundo y el posible juicio que le seguirá; tan sólo les puede quitar el sueño la experiencia de la muerte propia, que pone fin a la vida de cada uno. Por eso ven los textos referidos al juicio final como pura fantasía. A ello se añade que no es fácil saber qué representaron estas imágenes y vaticinios para las personas que los narraron en los evangelios, y qué experiencias había detrás de ellos. Simplemente porque en el lenguaje apocalíptico, dichas experiencias están “cifradas”. Cierto es que en la creación de textos apocalípticos, las propias experiencias dolorosas fueron siempre el factor decisivo, cosa que no hay que olvidar en la interpretación y aplicación de los textos de hoy.

Lo más importante y decisivo que hemos de tener en cuenta de estos textos es que su interpretación ha de guardar coherencia con el estilo de actuación que llevó a cabo Jesús con su vida. Esta vida de Jesús es la que nos da la auténtica clave del significado y del alcance, como veremos en las pautas para la homilía.

CONTEMPLAMOS LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de Isaías 2, 1-5

Palabra que Isaías, hijo de Amós, recibió en una visión, acerca de Judá y de Jerusalén: "Sucederá al fin de los tiempos, que la montaña de la casa del Señor será afianzada sobre la cumbre de las montañas y se elevará por encima de las colinas. Todas las naciones afluirán hacia ella y acudirán pueblos numerosos, que dirán: '¡Vengan, subamos a la montaña del Señor, a la casa del Dios de Jacob! Él nos instruirá en sus caminos y caminaremos por sus sendas". Porque de Sión saldrá la Ley, y de Jerusalén, la palabra del Señor. Él será juez entre las naciones y árbitro de pueblos numerosos. Con sus espadas forjarán arados y podaderas con sus lanzas. No levantará la espada una nación contra otra ni se adiestrarán más para la guerra. ¡Ven, casa de Jacob, y caminemos a la luz del Señor!".
Palabra de Dios.
SALMO

Salmo 121, 1-2. 4-9

R. Vamos con alegría a la casa del Señor.

¡Qué alegría cuando me dijeron: "Vamos a la casa del Señor!". Nuestros pies ya están pisando tus umbrales, Jerusalén. R.

Allí suben las tribus, las tribus del Señor para celebrar el nombre del Señor. Porque allí está el trono de la justicia, el trono de la casa de David. R.

Auguren la paz a Jerusalén: "¡Vivan seguros los que te aman! ¡Haya paz en tus muros y seguridad en tus palacios!". R.

Por amor a mis hermanos y amigos, diré: "La paz esté contigo". Por amor a la casa del Señor, nuestro Dios, buscaré tu felicidad. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma 13, 11-14

Hermanos: Ustedes saben en qué tiempo vivimos y que ya es hora de que se despierten, porque la salvación está ahora más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe. La noche está muy avanzada y se acerca el día. Abandonemos las obras propias de la noche y vistámonos con la armadura de la luz. Como en pleno día, procedamos dignamente: basta de excesos en la comida y en la bebida; basta de lujuria y libertinaje; no más peleas ni envidias. Por el contrario, revístanse del Señor Jesucristo.
Palabra de Dios.
EVANGELIO

Ì Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 24, 37-44

Jesús dijo a sus discípulos: "Cuando venga el Hijo del hombre, sucederá como en tiempos de Noé. En los días que precedieron al diluvio, la gente comía, bebía y se casaba, hasta que Noé entró en el arca; y no sospechaban nada, hasta que llegó el diluvio y los arrastró a todos. Lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre. De dos hombres que estén en el campo, uno será llevado y el otro dejado. De dos mujeres que estén moliendo, una será llevada y la otra dejada. Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor. Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada".
Palabra del Señor.

COMPARTIMOS LA PALABRA

¿Quién vendrá?

Sin duda, el Hijo del hombre. Para el evangelista y para nosotros, este Hijo del hombre es el Jesús resucitado, que ahora vive glorioso entre nosotros. Entre él y el Jesús que vivió en Galilea hace dos mil años y que murió en la cruz no puede haber fisura, porque son el mismo. Por tanto, una primera conclusión es que las conductas y enseñanzas que caracterizaron al Jesús histórico, no pueden ser ahora en el Jesús resucitado las contrarias de aquéllas. Y las imágenes que nos narra el texto de Mateo difícilmente cuadran con la imagen compasiva de Jesús de Nazaret. «[Las zorras tienen] sus madrigueras y los pájaros [sus] nidos. El Hijo del hombre no tiene sitio para reclinar su cabeza y reposar». Evidentemente, a quienes hablaba este Hijo del hombre era a los pobres y a los desposeídos, con quienes se identificaba en su pobreza. El Hijo del hombre no es poderoso, sino compasivo.

Pero Dios, como sabemos los cristianos, se manifiesta en los marginados de nuestro mundo. «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o extranjero o desnudo o enfermo o en la cárcel y no te asistimos? Cuando lo que hicisteis con uno de mis hermanos desvalidos, conmigo lo hicisteis». La atención a los que sufren hambre, desprecio, pobreza, ignorancia, marginación fue una constante en la vida de Jesús. Dios viene en los que padecen. Por tanto, los que hoy vienen a nuestro encuentro (ad–ventus = adviento) son las personas necesitadas. Ésas son, por decisión de Dios, el verdadero Hijo del hombre para nosotros.

¿Cuándo vendrá el Hijo del hombre?

El Hijo del Hombre viene a diario, como decimos, porque desde su resurrección está siempre presente entre nosotros. No hace falta esperar al fin de los tiempos. El apóstol Pablo corrobora esto en dos frases de la carta a los Romanos que hemos leído hoy. “Daos cuenta del momento en que vivís. Ya es hora de espabilarse, porque nuestra salvación está más cerca”.

Ahora bien, el Hijo del hombre que se va manifestando como salvador, sobre todo de los que no pintan nada, a lo largo de la historia lo hace en las peculiaridades de cada momento. Eso es lo que el concilio Vaticano II llamó “los signos de los tiempos”. Nos preguntamos entonces: ¿cuáles son las peculiaridades humanizadoras y deshumanizadoras del tiempo presente? El factor más profundo y el que explica a todos los demás, es el “modelo de ser humano” que tenemos actualmente, que asimilamos desde que nacemos y que condiciona nuestro ser y nuestro actuar. Este modo actual de ser humano se constituye fundamentalmente de valores económicos, biológicos y psíquicos. Éstos son el núcleo de nuestra vida y a los que todos seguimos y buscamos con ahínco. Los demás valores (del conocimiento, lúdicos, estéticos, sociales y políticos, religiosos y morales) están siendo transformados en su naturaleza y convirtiéndose en económicos y biopsíquicos; es decir, son tratados únicamente como mercancía y como gratificación biopsíquica. Tan es así, que la Gran Crisis que seguimos padeciendo en estos momentos en Europa no se refiere precisamente a valores cognitivos, estéticos, éticos, lúdicos, religiosos y sociopolíticos, sino a la pésima gestión de valores biopsíquicos y económicos (no se sabe por parte de quién). Las crisis de los otros valores, ni se perciben ni son tenidas en cuenta. Ahora bien –y esto es lo más importante para nosotros en este momento–, ¿cómo se manifiesta Dios en esta colonización y transformación biopsíquica y económica de nuestro modelo humano, de nuestro mundo? Pues en unos casos, como salvador, puesto que estos valores que forman el núcleo de nuestro modelo humano han generado en muchas personas grandes desarrollos humanos; en otros casos, Dios se manifiesta como juez que condena las enormes inhumanidades que produce en tantísimas personas nuestro actual modo de ser y de hacernos hombre.

¿Cómo vendrá el Hijo del hombre?

Jesús se manifestó como terapeuta, como sanador, en el caso de los pobres, los marginados, los desvalidos, los enfermos, los presos. Y también como juez con los ricos y poderosos. Hoy el modo en que muchos seres humanos padecen inhumanidades es diferente al que sufrieron en tiempos de Jesús sus contemporáneos. A denunciar, a paliar o a solucionar estas inhumanidades estamos llamados los cristianos, porque en ellas es donde está viniendo el Hijo del hombre.

¿Qué actitud debemos tener ante el Hijo del Hombre que viene sobre todo en los más desfavorecidos?

Estar alerta, en vela, preparados, vivir despiertos y vigilantes, muy atentos al Hijo del hombre que se manifiesta en los signos de nuestra época. ¿Por qué esta advertencia a la alerta? Seguramente porque en la comunidad a la que va dirigido el evangelio de Mateo los seguidores de Jesús no estaban vigilantes y preparados con una vida de discipulado fiel y activo. Eso nos puede pasar a nosotros. Uno se hace fácilmente el olvidadizo de las miserias que hay en el mundo y en nuestro entorno y miramos para otro lado o pasamos de largo. Los gemidos de los que sufren se nos hacen cada día más lejanos e imperceptibles. A los cristianos se nos apaga el fuego inicial de nuestra fe y fácilmente nos dormimos en la despreocupación. Por otra parte, hay que estar muy atentos a esta sociedad de consumo y al tipo de ser humano que reina en ella. No es fácil ver su enormes injusticias, porque todo lo que ella realiza se nos va haciendo “natural”, normal, con lo que se adormece nuestra capacidad crítica y rebelde contra las grandes y crueles inhumanidades que ella genera.

¿Por qué esperar al Hijo del hombre?

Porque, si queremos que las cosas marchen de otra manera en nuestra tierra, el modelo de ser hombre que Jesús inauguró es la solución que el Dios padre, justo y salvador nos da gratuitamente. Ya se ha demostrado que las soluciones que nos ofrecen los ricos y poderosos a través de nuestro modelo humano, basado en valores económicos y biopsíquicos, es cruel con muchas personas de nuestro mundo, porque las deja sumidas en el dolor, la pobreza y toda clase de sufrimientos. El Hijo del hombre se presenta como el modelo alternativo de ser humano. Las espadas y las lanzas –que eran hechas por la tecnología que había en tiempos de Isaías– estaban llamadas por el profeta a convertirse en arados y podaderas para la producción de alimentos. La poderosísima tecnología actual también está llamada por el Hijo del hombre a paliar el sufrimiento de los millones de seres humanos que ahora lo padecen, y no al enriquecimiento desorbitado de unos pocos, o a provocar guerras crueles en zonas ricas e indefensas del planeta.



ESTUDIO BÍBLICO

 Iª Lectura. Isaías (2,1-5): De las espadas, arados; de las lanzas, podaderas

I.1. En este Primer Domingo de Adviento, todo impresiona; no obstante, esta lectura del Profeta Isaías es uno de los oráculos más característicos del gran maestro del siglo VIII a. C. Isaías era un hombre de Jerusalén, de familia acomodada, sacerdotal quizás, de cultura refinada. Su pasión por Jerusalén es, en el fondo, una pasión por Dios; el Dios que se adora en el templo. Cuando el profeta habla del templo, de los sacrificios, de las ofrendas. entiende que eso ante Dios no vale apenas nada.¡Y eso que no era un irreverente, y su vocación la describe en el templo (Is 6)!. Pero Isaías no está convencido que sus paisanos hayan entendido adecuadamente la presencia de Dios en Sión. Su oráculo es muy parecido al de su contemporáneo Miqueas (cf. 4,1-3). Para el profeta, Jerusalén debe ser la ciudad de la paz, de la justicia. De esa forma sí acontece una presencia viva de Dios en Sión y en cualquier parte del mundo. De sus resortes culturales hará una profecía crítica contra Jerusalén y contra los dirigentes políticos y los responsables religiosos. Y por eso nos habla (sueña más bien) de una Jerusalén que debe ser sabia: la que se atreva a hacer de las espadas arados y de las lanzas podaderas. Esta opción por la paz y no por la guerra es, para el profeta, una opción divina ¡no hay duda!

I.2. Probablemente éste era un cántico que circulaba en ambientes de la escuela de Isaías (o de algún círculo profético desconocido ahora para nosotros) y que ha venido a ser santo y seña de este hombre que representa la edad de oro del profetismo. Jerusalén no será la ciudad de Dios y de su presencia, sin justicia y paz, los bienes más anhelados de la humanidad. Y éste sigue siendo el reto de la Jerusalén actual. Esta lectura, pues, de Isaías, es una portada extraordinaria, la más adecuada sin duda, para comenzar este Adviento: porque en el mundo de hoy, nacionalismos, fundamentalismos religiosos, xenofobias y rencores, anidan y reverdecen en los corazones de los hombres, ¡y eso que estamos en el tercer milenio! No es posible que dejemos de sentir y de anhelar que necesitamos rehacer esta "historia" de aquí, como algo nuevo y profético. Es eso lo que cambiará el mundo ya no de espadas y lanzas, sino de cañones y tecnología maldita a punto para aniquilar a los pueblos y a la misma humanidad.

 IIª Lectura: Romanos (13,11-14): Llenarse del evangelio, llenarse de Cristo

II.1. Dentro de la sección parenética o exhortativa de la carta a los Romanos (12,1-15,13) no podía faltar un apunte sustancial a la dimensión escatológica de la vida cristiana, poniendo en guardia sobre la espera del día del Señor que fue algo imprescindible en la experiencia de la salvación de Dios. El apóstol describe en antítesis lo que se vive en este mundo y lo que debe ser el anhelo y la esperanza de los que, sintiendo la salvación de Dios en Cristo, todavía deben hacer historia en este mundo. Con las metáforas de contraste entre la noche y el día o entre la luz y las tinieblas, se expresan esas radicalidades escatológicas. ¿Qué hay que hacer? El apóstol lo expresa con una imagen sin precedentes: "revestirse del Señor Jesús" (13,14). No es algo insustancial o externo como pudiera parecer. Más bien es colmar nuestra interioridad de la vida del Señor Jesús. Así se debe vivir en la historia.

II.2. El texto, pues, es una llamada de Pablo a salir de la vida sin sentido que vivimos tantas veces. Diríamos que las armas de la luz, en este caso, son la justicia y la paz. Y revestirse del Señor Jesús es vivir en el proyecto del evangelio. La carta más importante de Pablo, por muchos motivos, nos ofrece los elementos éticos de la vida cristiana. Pero no es solamente una exhortación moralizante, sino una invitación a una vida más radicalmente cristiana (revestirse de Cristo es toda una expresión teológica): cambiar de rumbo en la existencia, de planteamientos. Pablo pretende que los más fuertes de la comunidad busquen un tipo de experiencia que solamente encuentra su razón de ser en Jesús, es decir, en su evangelio. No olvidemos que éstas fueron las palabras que leyó San Agustín, cuando tomó el libro que había en la casa, en el que se había fijado Ponticiano, el narrador de la vida eremítica de Antonio en el desierto; pero Agustín y Alipio todavía seguían planteándose muchas cosas y buscaban.; el libro en cuestión no versaba sobre retórica o gramática. Finalmente Agustín escuchó esas voces misteriosas que decían "toma y lee". Era exactamente el texto de nuestra carta con las palabras de Pablo "revestíos del Señor Jesús". Son palabras que bien merecen una conversión. Ni la retórica ni los cultos mistéricos pudieron llenar su corazón. Fue Cristo Jesús, en esa experiencia de "interioridad", quien cambió una vida sin sentido.

 Evangelio: Mateo (24,37-44): Vigilancia y discernimiento

III.1. El evangelio del día (en el ciclo de Mateo que comienza hoy) nos ofrece un pasaje del último discurso de este evangelista, de los cinco que estructuran su obra (5-7; 10; 13; 18; 24-25), que en realidad es el equivalente de Mc 13, conocido como discurso apocalíptico. De alguna manera se quiere hacer una unión con el penúltimo domingo del año litúrgico. Y es que el Adviento parte de la experiencia de una historia gastada, agotada, y apunta a una esperanza nueva e inaudita: la esperanza de un salvador que traiga luz, justicia y paz a los hombres. Un juicio sobre nuestras acciones, un discernimiento más bien, es algo que está presente en la proclamación profética y que cobra tintes más dramáticos en los profetas de tendencia apocalíptica. Este mundo, piensan, no puede seguir así y Dios tiene que tomar las riendas de la historia humana, como en el tiempo de Noé y el diluvio. Sobre esta comparación está montada la parte del discurso que quiere trasmitir a los cristianos, en nombre de palabras de Jesús, la necesidad de la "vigilancia".

III.2. En la prehistoria de Israel, el diluvio universal es todo un mito simbólico que prepara adecuadamente la aparición de un tiempo nuevo: la llamada de Abrahán, el padre del pueblo, el creyente que confía en Dios. Los once primeros capítulos del Génesis narran cómo la humanidad busca su identidad al margen de su creador y está a punto de perderse por la maldad y la arrogancia. Parece como si la obra que había salido de las manos de Dios hubiera perdido su sentido. Los hermanos no se respetan, se matan y la humanidad se pervierte perdiendo su chispa divina. La "historia" o narración del diluvio, no obstante, pone como símbolo un "resto" que pueda garantizar un futuro mejor. Es evidente que la historia, nuestra historia, necesita ser siempre renovada. Eso es lo que buscan los hombres de todas las religiones y tendencias. Y eso es lo que se propone también con este tipo de discurso, producto de una mentalidad apocalíptica, que no es lo más característico de Jesús, sino más bien de una comunidad, como la de Mateo, en la que permanecen muchas concepciones del judaísmo.

III.3. Llamada, pues, a convertirse; llamada de recomenzar, porque siempre es posible "recomenzar" para el ser humano. Los animales u otros seres vivientes no pueden nunca "recomenzar", les es imposible, pero el ser humano sí. Esa es nuestra grandeza y nuestro reto. Es algo que Dios ha puesto en la entraña misma del ser humano que sacó de la nada, o de la tierra, si queremos usar el símil bíblico de Gn 2. Así sucedió en tiempos de Noé después del diluvio; así sucedió también en tiempos de Abrahán tras lo de la torre de Babel. Esto será todo lo mítico que queramos, pero es muy elocuente para desentrañar el sentido de estas palabras "escatológicas" del discurso que inaugura el Adviento. "Estad preparados", en el lenguaje apocalíptico, puede sonar a algo poco agradable; pero desde la lectura profética de la acción y las palabras de Jesús es una llamada exhortativa a vivir en concordia, en paz, en justicia. y en alegría. Es verdad que estas palabras no están presentes en esta parte del discurso mateano, pero si en el "espíritu" del Adviento. No se pueden cambiar, tienen que sonar como están escritas, pero debemos interiorizarlas con el talante de que podemos comenzar una etapa nueva, un momento nuevo, una actitud nueva. por la llegada del "Hijo del Hombre". El Hijo del hombre, en la interpretación cristiana es Jesús de Nazaret, el Señor, quien comenzó, de parte de Dios, una "historia" radicalmente nueva para que podamos vivir con dignidad en el temor o la confianza en Dios, sin miedo a ser destruidos, sino con discernimiento. Discernimiento de lo que no tiene sentido y de lo que hay que arrancar, si fuera posible de raíz; pero aún no siendo posible, siempre es maravilloso que se nos de la ocasión o la oportunidad, si queremos la terapia, para que nuestra historia personal no tenga por qué estar envejecida para siempre. Dios, el Dios de Jesús, siempre tendrá un proyecto de salvación con la humanidad.