domingo, 26 de julio de 2015

DOMINGO 17º DEL TIEMPO ORDINARIO


“Lo seguía mucha gente…”

En este domingo interrumpimos la lectura del Evangelio según san Marcos que veníamos siguiendo para encontrarnos a partir de hoy con el capítulo 6 de San Juan, donde se comienza el discurso del Pan de Vida. Donde la multiplicación de los panes y los peces es el pórtico.

Vemos al Buen Pastor del domingo pasado poniendo en práctica la compasión que siente por la multitud hambrienta por las ovejas que vagan sin pastor y sin alimento.

La liturgia nos trae este símbolo de la Eucaristía donde se unen los dones de los hombres (pan y vino, pan y peces), con la bendición de Dios, dando lugar a la sobreabundancia o lo que es lo mismo la vida para el hombre unido a Dios en el cuerpo y en el espíritu.

DIOS NOS HABLA. CONTEMPLAMOS SU PALABRA.

I LECTURA

El milagro de Eliseo muestra el poder de Dios, pero también su confianza en que Dios no dejará que sus hijos mueran de hambre. Él no quiere pan para sí mismo ni para guardar, sino para compartirlo.

Lectura del segundo libro de los Reyes 4, 42-44

En aquellos días llegó un hombre de Baal Salisá, trayendo pan de los primeros frutos para el profeta Eliseo, veinte panes de cebada y grano recién cortado, en una alforja. Eliseo dijo: “Dáselos a la gente para que coma”. Pero su servidor respondió: “¿Cómo voy a servir esto a cien personas?”. “Dáselos a la gente para que coma, replicó él, porque así habla el Señor: ‘Comerán y sobrará’”. El servidor se lo sirvió; todos comieron y sobró, conforme a la palabra del Señor.
Palabra de Dios.

Salmo 144, 10-11. 15-18

R. Abres tu mano, Señor, y nos colmas con tus bienes.

Que todas tus obras te den gracias, Señor, y tus fieles te bendigan; que anuncien la gloria de tu reino y proclamen tu poder. R.

Los ojos de todos esperan en ti, y tú les das la comida a su tiempo; abres tu mano y colmas de favores a todos los vivientes. R.

El Señor es justo en todos sus caminos y bondadoso en todas sus acciones; está cerca de aquéllos que lo invocan, de aquéllos que lo invocan de verdad. R.

II LECTURA

San Pablo nos recomienda cómo asumir la vida desde la fe y el amor. Todo lo que nos dice nos servirá para vivir la vocación a la que hemos sido llamados, porque el llamado tiene que hacernos cambiar el modo de vivir.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Éfeso 4, 1-6

Hermanos: Yo, que estoy preso por el Señor, los exhorto a comportarse de una manera digna de la vocación que han recibido. Con mucha humildad, mansedumbre y paciencia, sopórtense mutuamente por amor. Traten de conservar la unidad del Espíritu, mediante el vínculo de la paz. Hay un solo Cuerpo y un solo Espíritu, así como hay una misma esperanza, a la que ustedes han sido llamados, de acuerdo con la vocación recibida. Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo. Hay un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, lo penetra todo y está en todos.
Palabra de Dios.

ALELUYA        Lc 7, 16

Aleluya. Un gran profeta ha aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado a su Pueblo. Aleluya.

EVANGELIO

“Frente a una multitud confundida, Jesús de Nazaret se aleja, sube a una montaña y quiere aprovechar la oportunidad para vacunar a sus discípulos para que no caigan en la tentación de también buscar primeramente los milagros y luego, muy luego, la justicia. Asume la posición de todo maestro que va a dar una lección: se sienta. El cuerpo siempre habla en el silencio de los gestos.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 6, 1-15

Jesús atravesó el mar de Galilea, llamado Tiberíades. Lo seguía una gran multitud, al ver los signos que hacía sanando a los enfermos. Jesús subió a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos. Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a él y dijo a Felipe: “¿Dónde compraremos pan para darles de comer?”. Él decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer. Felipe le respondió: “Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan”. Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: “Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?”. Jesús le respondió: “Háganlos sentar”. Había mucho pasto en ese lugar. Todos se sentaron y eran unos cinco mil hombres. Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron. Cuando todos quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: “Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada”. Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada. Al ver el signo que Jesús acababa de hacer, la gente decía: “Este es, verdaderamente, el Profeta que debe venir al mundo”. Jesús, sabiendo que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo a la montaña.
Palabra del Señor.

MEDITAMOS LA PALABRA DE DIOS.

El hombre está hecho para la vida

"Lo seguía mucha gente porque había visto los signos que hacía con los enfermos". En esta pequeña frase del texto se refleja claramente como el hombre está hecho para la vida, como la presencia de Dios en nuestras vidas es consuelo y ayuda ante el sufrimiento, ante el dolor de la enfermedad que en muchos casos nos aqueja de forma inesperada y dura. Sí, los hombres buscaban a Jesús por sus signos con los enfermos, manifestación del poder de Dios entre los débiles.
Vemos como el hombre se acoge a Dios a través de su Hijo, de su Profeta (como más adelante se lo nombrará en este mismo relato evangélico). Jesús el Dios de la vida, el que es seguido por multitudes que buscan consuelo en sus cuerpos dolientes.

La suma de Dios y los hombres

"Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno le toque un pedazo" Es muy curiosa la anotación del evangelista "bien sabia él lo que iba a hacer". La multiplicación de los panes y los peces, figura de la Eucaristía también nos pone delante cual es la actitud con la que debemos acercarnos a Dios y al Sacramento; y cuál es la actitud la cual debemos revisar en nosotros para ser creyentes y discípulos verdaderos y creíbles de Jesús.

Ante todo debemos ser hombres y mujeres de Fe; estar abiertos a la sorpresa de la acción de Dios y no sobreponer nuestros pobres criterios humanos ante los planes de Dios. Dios nunca se deja ganar en generosidad y eso del ciento por uno se hace latente en nuestro quehacer diario. Cuando entregamos cuanto tenemos y cuanto somos en Sus manos y no titubeamos en buscar dentro de nuestras cortas mentes soluciones al problema prácticamente imposible que se nos plantea. Para vivir desde esta clave necesitamos un trato asiduo e íntimo con Jesús-Eucaristía, que se hace alimento para el cuerpo y el espíritu, que se multiplica en el filo de una montaña a una multitud hambrienta y se me ofrece a mí en la comunión cada día; que está presente en la acción de gracias y en el que sufre; en el corazón de aquel que le busca tan solo para saciar su hambre o su dolor corporal y en aquel que desea en lo profundo de su corazón ser una sola cosa con Él.


ESTUDIO BÍBLICO.

Compartir el pan, compartir la vida.

Iª Lectura: 2Reyes 4,42-44: El milagro de repartir lo poco que se tiene

I.1. La primera lectura de este domingo forma parte de un ciclo de milagros de Eliseo, el discípulo de Elías, que muy posiblemente se trasmitió entre sus discípulos. Esas tradiciones se transformaron, sin duda, para poner de manifiesto la grandeza de este hombre de Dios. Se ha escogido el final de ese ciclo, que lo acorde para este domingo, con objeto de servir de preparación al relato de la multiplicación de los panes que se ha de leer en el evangelio. Si nos fijamos bien, el relato no describe o especifica ningún gesto extraordinario por el que se lleve a cabo el dar de comer a todos los que siguen al profeta, sino que toda la fuerza de lo que se ha de hacer está en las palabras de Dios, a las que hace referencia el profeta como si se tratara de un dicho popular y sagrado. El mismo salmo interleccional del día (Sal 144) podría ser un apoyo a esta apelación profética. Ellos comieron, se saciaron y sobró, según las palabras del Señor.

I.2. El relato es legendario, sin duda, y probablemente se conservaba como una historia religiosa testimonial y ejemplar en los círculos de profetas, los que en los momentos más difíciles piden al pueblo que confíen en Dios por encima de todas las cosas. De hecho, en la lectura de hoy se describe como situación previa una gran hambre que había en la región. Los primeros frutos de la cosecha sirvieron para que todos, al compartir lo necesario, pudieron subsistir. Porque en estas situaciones límites lo más injusto es que unos pocos acumulen y otros pasen hambre; esta, creemos, es la lección de esta historia religiosa de Eliseo. Confiar y repartir; eso es lo que pide el profeta y por ello acontece lo extraordinario de que haya para todos. Estas historias han sido muy proverbiales en los círculos religiosos y de los santos. Lo importante no es verificar los detalles de su historicidad, sino cómo pueden servir de modelo para ayudar a los necesitados y compartir lo poco que se tiene. El hombre que le trajo al profeta los panes y la harina quería hacerle a él un don personal para que no pasara hambre. Pero el profeta lo repartió entre todos (este es el milagro) y todos se saciaron.

IIª Lectura: Efesios (4,1-6): La unidad de la Iglesia

II.1. La segunda lectura, de la carta a los Efesios, es el comienzo de la sección parenética, es decir, aquella en la que después de una gran reflexión teológica sobre Cristo y la Iglesia, se pide a la comunidad cómo llevar a la práctica toda aquella teología. Es una exhortación a mantener la unidad por encima de todas las cosas, ya que Dios nos ha llamado a una gran esperanza. La exhortación inicial (v.1) apela a la vocación cristiana que todos hemos recibido. Y por lo mismo, en los vv. 2-6 se describe en qué consiste la vida interna de la Iglesia. Se señalan la humildad, la mansedumbre, la magnanimidad y el amor. Son valores de identidad verdadera que introducen los vv.4-6: la unidad de la Iglesia (cuerpo) en el Espíritu.

II.2. Todos hemos escuchado muchas ese canto que proclama «un sólo Señor, una sola fe, un sólo bautismo»; es nuestro texto de hoy de la carta a los Efesios. Se afirma que es una cita litúrgica que se cantaba en la liturgia bautismal, y que tiene unas ciertas reminiscencias de la confesión de fe que encontramos en el Shema de Israel (es la oración judía por antonomasia. Está formada por tres pasajes: Dt 6,4-9; 11,13-21; Num 15,37-41): Yahvé es nuestro único Dios y no hay otro fuera de El, que los judíos piadosos repiten dos o tres veces al día. Lo que se quiere poner de manifiesto, pues, con el texto cristiano de la carta a los Efesios es la unidad de la comunidad como cuerpo de Cristo: un sólo Señor, una sola fe y un solo bautismo, que fundamenta su unidad en Dios como Padre de todos.

Evangelio: Juan (6,1-15): Saciar el hambre sin dinero

III.1. El evangelio de hoy está tomado de San Juan. Sabemos que el c. 6 es una de las obras maestras de la teología y la catequesis de San Juan, y por ello se ha escogido este capítulo, que se nos servirá en cinco domingos para que la comunidad pueda enriquecerse con esta alta y hermosa catequesis del pan de vida. Hoy se nos lee el milagro ( el signo, mejor) de la multiplicación, que sirve de introducción a toda la reflexión posterior.  Es uno de los signos con los que está elaborada la narrativa del evangelio de Juan y que ha sido muy comentada entre los especialistas. En realidad es el que más semejanzas tiene con los relatos de la multiplicación de los panes de los sinópticos (cf Mc 6,30-44; 8,1-10), aunque nos propone algunos detalles que pueden servir muy bien a la teología propia de este evangelista.

III.2. Estaba cercana la Pascua, la gran fiesta judía, lo que enmarca muy bien las pretensiones teológicas del evangelista. De hecho, hay algunos elementos que nos recuerdan momentos de la vida del pueblo en el desierto: las penurias, el hambre, la intervención de Moisés, el maná… Jesús pregunta a sus discípulos qué pueden hacer con tanta gente como les sigue e inquiere cómo darles de comer. Es como el relato de Eliseo de la primera lectura; y Andrés, uno de los primeros discípulos, señala, no inocentemente, a alguien que tiene como un tesoro en aquella situación: cinco panes y dos peces ¿se los puede guardar para sí? ¡No es posible!. Vemos que la solución del dinero para comprar pan para todos es imposible, porque el dinero muchas veces no es la solución del hambre en el mundo.

III.3. El milagro de Jesús consistirá precisamente en hacer que el pan se comparta y se multiplique sin medida. No se saca de la nada, sino de poco (aunque para aquél joven es mucho). Pero el joven no se lo ha guardado para sí, y Jesús ha hecho posible que el compartir el pan sea compartir la vida. La gente vio a Jesús como un profeta (otra referencia al texto de Eliseo) y considerando que querían hacerlo rey por este gesto extraordinario se marcho a la soledad. Lo que vendrá después será una reflexión de la teología de cómo Dios comparte su vida con nosotros, por medio de Jesucristo. ¿Es posible decir muchas más cosas de este relato o signo milagroso? No es útil hacer grandes alardes de tipo histórico sobre cómo han nacido este tipo de relatos de la multiplicación de los panes y qué hecho concreto y memorable sustenta una narración o una tradición como esta.

III.4. En este caso de Juan sabemos muy bien que a las pretensiones del evangelista, como es su costumbre, este “signo/sêmeion” (él no les llama milagros) le sirve de base y de apoyo para construir el extraordinario discurso del pan de vida, como el maná que viene del cielo, que ha de leerse en domingos sucesivos, y que vine a continuación de nuestro relato. Todas las aportaciones originales o difíciles que se han dado sobre el particular no nos llevaría ni a solucionar la historicidad de este tipo de hechos, ni a remediar el hambre en el mundo. Pero sí hay una cosa clara: sea así o de otra manera lo que sucediera en un hecho memorable de Jesús, entre sus discípulos y las gentes que le seguían, el hambre no se arregla con milagros ni con dinero. El camino es, como el texto lo pone de manifiesto: compartir lo que se tiene en beneficio de todos. ¿Podría ser de otra manera? ¡desde luego que no! La Iglesia y la humanidad entera están llamadas a “reproducir” este milagro, este “signo” del compartir, entre tantos grupos y tantos pueblos que no pueden comer ni pagar la deuda que los empobrece. Otro tipo de lectura e interpretación de nuestro relato no tendría sentido hoy. La “apologética” del poder divino y extraordinario de Jesús o de Dios no daría de comer a tantos que hambrean lo necesario. (Fray Miguel de Burgos Núñez O. P.).







domingo, 19 de julio de 2015

DOMINGO 16º DEL TIEMPO ORDINARIO


Andaban como ovejas sin pastor

En los domingos anteriores, 14º y 15º, se ha ido leyendo el capítulo sexto del Evangelio según san Marcos, el cual está enmarcado dentro del bloque que narra la actividad de Jesús en Galilea. Los versículos de la lectura de hoy (30-34) sirven como introducción al relato de la primera multiplicación de los panes realizada por Jesús, en esta ocasión, en favor de los judíos, más específicamente, en beneficio de su pueblo.

Esta introducción inicia con la referencia al resultado de la misión de los Doce (vv. 6b-13) y termina aludiendo a la actitud de Jesús ante la multitud que se le aglomera. Tanto la actividad del maestro como la de los discípulos es una actividad pastoral. El texto indica que la auténtica motivación de Jesús, y la que debe tener todo discípulo suyo para servir al Pueblo de Dios, es la compasión.

DIOS NOS HABLA. CONTEMPLAMOS SU PALABRA.

I LECTURA

Los pastores que condena Dios por medio de las palabras de Jeremías son las autoridades que se aprovecharon de su poder para maltratar al pueblo. La solución a esta práctica del poder perverso vendrá de Dios, cuando él mismo asuma la conducción del rebaño.

Lectura del libro de Jeremías 23, 1-6

¡Ay de los pastores que pierden y dispersan el rebaño de mi pastizal! –oráculo del Señor–. Por eso, así habla el Señor, Dios de Israel, contra los pastores que apacientan a mi pueblo: Ustedes han dispersado mis ovejas, las han expulsado y no se han ocupado de ellas. Yo, en cambio, voy a ocuparme de ustedes, para castigar sus malas acciones –oráculo del Señor–. Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas, de todos los países adonde las había expulsado, y las haré volver a sus praderas, donde serán fecundas y se multiplicarán. Yo suscitaré para ellas pastores que las apacentarán; y ya no temerán ni se espantarán, y no se echará de menos a ninguna –oráculo del Señor–. Llegarán los días –oráculo del Señor– en que suscitaré para David un germen justo; él reinará como rey y será prudente, practicará la justicia y el derecho en el país. En sus días, Judá estará a salvo e Israel habitará seguro. Y se lo llamará con este nombre: “El Señor es nuestra justicia”.
Palabra de Dios.

Salmo 22, 1-6

R. El Señor es mi pastor, nada me puede faltar.

El Señor es mi pastor, nada me puede faltar. Él me hace descansar en verdes praderas, me conduce a las aguas tranquilas y repara mis fuerzas. R.

Me guía por el recto sendero, por amor de su Nombre. Aunque cruce por oscuras quebradas, no temeré ningún mal, porque tú estás conmigo: tu vara y tu bastón me infunden confianza. R.

Tú preparas ante mí una mesa, frente a mis enemigos; unges con óleo mi cabeza y mi copa rebosa. R.

Tu bondad y tu gracia me acompañan a lo largo de mi vida; y habitaré en la Casa del Señor, por muy largo tiempo. R.

II LECTURA

San Pablo está haciendo mención del pueblo judío y del pagano, que, por la fe en Jesús, han unido sus vidas y sus proyectos para siempre. Del mismo modo, podemos pensar que Cristo nos ofrece la paz y la unidad a cada uno de los pueblos, a cada familia y a cada hijo suyo.

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Éfeso 2, 13-18

Hermanos: Ahora, en Cristo Jesús, ustedes, los que antes estaban lejos, han sido acercados por la sangre de Cristo. Porque Cristo es nuestra paz: Él ha unido a los dos pueblos en uno solo, derribando el muro de enemistad que los separaba, y aboliendo en su propia carne la Ley con sus mandamientos y prescripciones. Así creó con los dos pueblos un solo hombre nuevo en su propia persona, restableciendo la paz, y los reconcilió con Dios en un solo Cuerpo, por medio de la cruz, destruyendo la enemistad en su persona. Y él vino a proclamar la Buena Noticia de la paz, paz para ustedes, que estaban lejos, paz también para aquéllos que estaban cerca. Porque por medio de Cristo, todos sin distinción tenemos acceso al Padre, en un mismo Espíritu.
Palabra de Dios.

ALELUYA        Jn 10, 27
Aleluya. “Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen”, dice el Señor. Aleluya.

EVANGELIO

 “Hoy, la figura de Cristo se nos presenta como el Rey-Pastor. Rey y Pastor de todos los pueblos del mundo, de toda la historia. Él tiene la clave de la solución de la historia y de los momentos críticos de los pueblos. Los pueblos sólo mirándolo a él podrán encontrar solución. Si volvemos la espalda a Cristo, seguiremos viviendo en este absurdo ‘del rebaño disperso’.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 6, 30-34

Al regresar de su misión, los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: “Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco”. Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer. Entonces se fueron solos en la barca a un lugar desierto. Al verlos partir, muchos los reconocieron, y de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos. Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.
Palabra del Señor.

MEDITAMOS LA PALABRA DE DIOS

El pastoreo del Pueblo
La actividad pastoril es propia de los pueblos mediterráneos. La Biblia compara en muchas ocasiones la relación de Dios con su Pueblo como la de un pastor que apacienta su rebaño (Salmo 22: «el Señor es mi pastor, hada me falta»). Esta imagen es aplicada también a los dirigentes del pueblo de Israel. Así, leemos en la primera lectura (Jr 23, 1-6) la queja que Dios remite a los que debiendo pastorear a su Pueblo le dispersan y dejan perecer las ovejas. La queja pone de relieve el resultado funesto de la actividad de los pastores, quienes no ejercieron la misión encomendada por Dios tal como Él esperaba que la hicieran.

Pastorear es sinónimo de acompañar
La imagen del pastor aplicada a los dirigentes implicaba acompañar al Pueblo en su relación y camino hacia Dios. Pastorear no es otra cosa que acercar las personas a Dios y facilitar su encuentro. Es una tarea que fomenta la comunión entre Dios y los seres humanos y de ellos entre sí. Cuando Jesús ve la multitud que andaba como ovejas sin pastor, constata la necesidad que tenían de que alguien les guiara y les acompañara. La misión de los Doce, narrada en este capítulo, también fue una actividad por medio de la cual acercaban el pueblo a Dios.

Pastorear, tarea de todos
En la Nueva Alianza, iniciada y fundamentada en la persona del Hijo encarnado, la tarea cristiana de pastorear no se limita a la actividad de la jerarquía, sino que es propia de todo el pueblo cristiano. Todo bautizado es mediador entre Dios y los hombres, a razón de su dignidad bautismal. Acercar a las personas hacia Dios es tarea de todos y de todas, así como acompañarles en su caminar. Esta tarea pastoral, para que realmente produzca los frutos que Dios espera, ha de ser motivada por la misericordia y la compasión. Sin estos valores corremos el riesgo de buscar nuestros propios intereses o de realizar una actividad en la que Dios puede pasar de largo por nuestras vidas. Para ser verdaderos pastores hay que ponerse en los zapatos de los demás, estar unidos en un mismo corazón y buscar siempre el bien ajeno por encima del propio.


ESTUDIO BÍBLICO

Tema general: Es la continuación de los domingos anteriores que se centraron en la llamada para la misión. Hoy se nos invita a contemplar esta reflexión en la figura del pastor, su simbología, su significación, sus actitudes y sus cualidades

Primera lectura: Jeremías 23,1-6.

Marco: El capítulo 23 forma parte de una sección amplia de este libro que recoge una serie de oráculos contra los reyes y contra los falsos profetas. Por tanto los oráculos se dirigen contra las dos instituciones principales del pueblo de Israel. Dirige duros reproches a los reyes de Judá, enjuiciando su comportamiento personal y su modo de gobernar al pueblo. Y también contra los falsos profetas que anuncian falsa paz y falsa prosperidad en un momento de gravísima crisis y peligro inminente la invasión.

Reflexiones:
1ª: ¡ Los pastores tienen la noble y grave misión de ser representantes de Dios!
¡Ay de los pastores que dejan perecer las ovejas de mi rebaño...Y mismo reuniré el resto de mis ovejas! Es bien conocida la imagen del pastor cuando se habla de la dirección de la vida de los pueblos. No es una imagen exclusivamente bíblica, pues la encontramos en los textos de otras religiones y pueblos. Israel heredó esta imagen y se la aplica en primer lugar a su Dios Yavé. Como ejemplo, recordemos el salmo 79: Pastor de Israel, escucha, tú que guías a José como un rebaño. Por tanto, la imagen del pastor aplicada a Dios significa solicitud por su rebaño que es su pueblo. A los reyes como representantes o lugartenientes de Dios, porque el rey de Israel es propiamente Dios mismo. Así lo recuerda la Escritura constantemente y de modo especial Is 7, en la profecía del Enmanuel. También los profetas participan de esta cualidad de pastores del pueblo en nombre de Dios. Pero pueden ser falsos profetas. Y contra ellos habla Jeremías. El destinatario de estos carismas es el pueblo. Y a los pastores se les exigen unas determinadas actitudes que quedan reflejadas a continuación. Ayer como los representantes del único Señor de ka historia son urgidos a revisar su tarea de dirigir al pueblo al bien común. Y todos participamos, en cierto modo, de esta misión.

Segunda lectura: Efesios 2,13-18.

Marco: Forma unidad con la primera parte de la carta centrada en el misterio de Cristo y de la Iglesia. La lectura de hoy viene precedido por Ef 2,1-12 que habla de la salvación ofrecida gratuitamente en cristo. El fragmento que hoy proclamamos podría llevar como título general: Cristo, artífice de la paz y de la unidad.

Reflexiones:
1ª: ¡Cristo es nuestra paz!
Ahora, por la sangre de Cristo, estáis cerca los que antes estabais lejos. Él es nuestra paz. Él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa. Jesús, el Pastor, ideal tiene como primera tarea la que corresponde al verdadero rey-pastor, es decir, garantizar la paz. Estas afirmaciones del apóstol hay que enmárcalas en lo que significó históricamente la entrada de los gentiles en la Iglesia. Hasta la venida de Cristo, los judíos dividían al mundo en dos partes: judíos, pueblo de Dios llamados a la salvación y los gentiles, malditos y alejados de la salvación. La obra de Cristo, el Buen pastor, es el acercamiento y la comunión. Tengo otras ovejas que no son de este redil. También tengo que atraerlas y habrá un solo rebaño y un solo pastor (Jn 10). Esta misión de Jesús se enmarca en la línea que recibimos del Antiguo Testamento: el rey ha de garantizar la paz en el pueblo de Dios. Y ahora el pueblo de Dios está formado por judíos y gentiles. Ayer, como hoy, esta palabra invita a una profunda revisión de nuestras actitudes frente a los otros pueblos. Por cierto, ahora lo estamos viviendo de una manera sangrante con el gran problema de los inmigrantes ante los que los creyentes debemos optar por un gran compromiso de acogida y de comprensión. Todos son invitados a vivir en la paz y en la concordia.

Tercera lectura: Marcos 6,30-34.

Marco: seguimos, como el domingo anterior, en la tercera sección de la segunda parte del evangelio de Marcos que nos conduce de Nazaret, donde ha sido rechazado, hasta Cesarea de Felipe donde es reconocido como Mesías por Pedro, portavoz de los apóstoles. Es la continuación del hilo que dejamos el domingo pasado centrado en la llamada de los apóstoles y en un primer envío a evangelizar. Ahora nos explica Marcos la vuelta de los doce.

Reflexiones:
1ª: ¡Vamos a un sitio solitario para descansar un poco!
Los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho. Debo reconocer que esta escena siempre me causa un impacto personal singular. Los apóstoles son enviados como colaboradores del Jesús. Son los continuadores de la obra que va a realizar como buen pastor. Jesús ha depositado en ellos su confianza al asociarlos a la tarea común. Y los ha enviado lleno de confianza en que su Padre cuidaría de ellos. Y ahora vuelven contentos a dar cuenta de la misión realizada. Una escena ciertamente profunda y a la vez entrañable. Los futuros pastores en comunión con el Pastor. Y son invitados a un lugar tranquilo. Es necesario un tiempo de calma para sopesar el resultado de esta primicia de la misión que anuncia y prepara la gran misión apostólica que realizarán después de su Resurrección y para todos los pueblos. Ayer, como hoy, Jesús sigue depositando su confianza en sus pastores. Y ayer como hoy necesitamos encuentros tranquilos con el Maestro y Pastor que nos envía. ¿No necesitarla Iglesia y los pastores que en ella ejercen el ministerio recurrir con más frecuencia a un lugar tranquilo para revisar con el Maestro la tarea! Urgente advertencia para todos.
2ª: ¡ Andaban como ovejas sin pastor!

Eran tantos lo que iban y venían que encontraban tiempo ni para comer... Muchos fueron corriendo al lugar donde estaba Jesús...Andaban como ovejas sin pastor. Jesús es realmente el modelo de Pastor, el mejor Lugarteniente de su Padre. Se encarnan en él todas las cualidades que se esperaban del rey-pastor: rectitud, fidelidad al proyecto de Dios, procurar la realización de las cláusulas de la alianza, solicitud, generosidad y el don de la vida para llevar adelante la empresa. Jesús abre camino para que la humanidad logre experimentar la salvación. El Buen Pastor todavía encarna otra cualidad de Dios como Pastor y que deseaba la tuvieran sus lugartenientes para el pueblo de Israel, es decir, la actitud de misericordia. Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaba como ovejas sin pastor. La misericordia, he ahí una gran característica del Pastor-Yavé y del Pastor Jesús. Ayer, como hoy, es urgente que los pastores sintamos profundamente la situación de las gentes a quienes somos enviados. La misericordia, de la que tan escaso anda nuestro mundo, es prerrogativa y característica de los verdaderos y solícitos conductores del pueblo de Dios. Misericordia no debilidad. Solicitud no acaparamiento. Generosidad en el respeto a la libertad de cada uno. Este talante de Jesús es un compromiso para los pastores de hoy. (Fr. Gerardo Sánchez Mielgo O. P.).









domingo, 12 de julio de 2015

DOMINGO 15º DEL TIEMPO ORDINARIO


“Jesús llamó a los Doce y los fue enviando de dos en dos”

Dios es el autor de las dos grandes acciones que afectan a todo ser humano e incluso a todo ser: la de la creación y la de la salvación. Los seres humanos participamos por deseo de Dios en esas dos tareas. No participamos en crear, pero sí en mantener la creación para hacerla más humana. La creación sigue siendo un proyecto no ultimado, en el que nosotros tenemos responsabilidades de “creadores”. Hemos de evitar el mal uso de la Naturaleza, su deterioro y su aprovechamiento egoísta por unos pocos o por una generación a costa de las generaciones futuras.

Participamos con capacidad de decisión en la salvación. Podemos incluso oponernos a la acción de Dios y prescindir de esa salvación que nos brinda. Si la aceptamos, nuestra salvación necesita de nuestra cooperación. Cooperamos ante todo para la propia salvación; pero también en la de los demás, como los demás cooperan en la nuestra.

Enviar de dos en dos como Jesús envía a sus discípulos alude a que participar en la misión que Dios nos ha encargado siempre tiene dimensión comunitaria: ha de superar el individualismo del que se cree el único que tiene la palabra, el gesto la acción adecuada.

DIOS NOS HABLA. CONTEMPLAMOS SU PALABRA.

I LECTURA

El profeta no habla por cuenta propia ni ejerce su tarea por interés personal. Es una persona llamada por Dios para esa misión específica, y la coherencia de su vida se juega en ser fiel a esa vocación. Del mismo modo en que Dios llamó a los profetas del Antiguo Testamento, también envió a los apóstoles. Y aún continúa invitando a otras personas para extender su reino.

Lectura de la profecía de Amós 7, 12-15

Amasías, el sacerdote de Betel, dijo a Amós: “Vete de aquí, vidente, refúgiate en el país de Judá, gánate allí la vida y profetiza allí. Pero no vuelvas a profetizar en Betel, porque este es un santuario del rey, un templo del reino”. Amós respondió a Amasías: “Yo no soy profeta, ni hijo de profetas, sino pastor y cultivador de sicómoros; pero el Señor me sacó de detrás del rebaño y me dijo: ‘Ve a profetizar a mi pueblo Israel’”.
Palabra de Dios.

Salmo 84, 9ab. 10-14

R. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.

Voy a proclamar lo que dice el Señor: el Señor promete la paz para su pueblo y sus amigos. Su salvación está muy cerca de sus fieles, y la Gloria habitará en nuestra tierra. R.

El Amor y la Verdad se encontrarán, la Justicia y la Paz se abrazarán; la Verdad brotará de la tierra y la Justicia mirará desde el Cielo. R.

El mismo Señor nos dará sus bienes y nuestra tierra producirá sus frutos. La Justicia irá delante de él, y la Paz, sobre la huella de sus pasos. R.

II LECTURA

Todos recibimos el perdón de Dios que nos santifica, como también “toda clase de bendición”. En un momento de silencio, pensemos en esas bendiciones particulares que cada uno de nosotros ha recibido en su vida, y demos gracias a Dios por ellas.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Éfeso 1, 3-14

Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bienes espirituales en el Cielo, y nos ha elegido en él, antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos e irreprochables en su presencia, por el amor. Él nos predestinó a ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, que nos dio en su Hijo muy querido. En él hemos sido redimidos por su sangre y hemos recibido el perdón de los pecados, según la riqueza de su gracia, que Dios derramó sobre nosotros, dándonos toda sabiduría y entendimiento. Él nos hizo conocer el misterio de su voluntad, conforme al designio misericordioso que estableció de antemano en Cristo, para que se cumpliera en la plenitud de los tiempos: reunir todas las cosas, las del Cielo y las de la Tierra, bajo una sola Cabeza, que es Cristo. En él hemos sido constituidos herederos, y destinados de antemano –según el previo designio del que realiza todas las cosas conforme a su voluntad– a ser aquellos que han puesto su esperanza en Cristo, para alabanza de su gloria. En él, ustedes, los que escucharon la Palabra de la verdad, la Buena Noticia de la salvación, y creyeron en ella, también han sido marcados con un sello por el Espíritu Santo prometido. Ese Espíritu es el anticipo de nuestra herencia y prepara la redención del pueblo que Dios adquirió para sí, para alabanza de su gloria.
Palabra de Dios.

ALELUYA        cf. Ef 1, 17-18

Aleluya. El Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine nuestros corazones, para que podamos valorar la esperanza a la que hemos sido llamados. Aleluya.

EVANGELIO

“Las advertencias de Jesús en el sentido de proveerse con mucha sencillez, con sobriedad y pobreza, exige a los mensajeros no buscar el propio provecho, ni pretender dinero ni bienes, ni abusar de la autoridad que Dios les ha dado. Los mensajeros de Jesús, además, deben correr el riesgo del rechazo y aceptarlo con buena voluntad”.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 6, 7-13

Jesús llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros. Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni provisiones, ni dinero; que fueran calzados con sandalias y que no tuvieran dos túnicas. Les dijo: “Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el momento de partir. Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos”. Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión; expulsaron a muchos demonios y sanaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo.
Palabra del Señor.

MEDITAMOS LA PALABRA DE DIOS.

Profetas y apóstoles: los enviados por Dios

Los profetas y los apóstoles son encargados de Dios de ofrecer a los hombres y mujeres el mensaje de salvación, y, por ello, están encargados de avisar del peligro que corremos ante los enemigos de un ser humano salvado. No es ésta una misión fácil, pues la salvación exige renuncias a intereses que están muy arraigados en nuestra naturaleza, como el interés por dominar al otro, el interés por las riquezas, el interés por una vida cómoda en la que no haya que hacer renunciar a nada de lo que nos agrada...etc. Por eso los profetas y los apóstoles con frecuencia se encuentran con la oposición de aquellos a los que son enviados. Son con frecuencia considerados como seres molestos.

Profetas, apóstoles y “profesionales” de la religión
La fuerza de profetas y apóstoles es exclusivamente la fuerza de su palabra y la fuerza que Dios les da. Su misión no se apoya en el poder político o económico o en una gran preparación cultural. Basta, junto a la fuerza de la Palabra que proclaman, el testimonio de su pobreza y del hecho de asumir el riesgo del desprecio y de la persecución.
Vemos que en la primera lectura cómo un “profesional de la religión”, el sacerdote del templo de Betel, rechaza a Amós, un pobre pastor y agricultor, como indigno de hacerse oír en el templo “Casa de Dios”, santuario real. Amós no se considera profeta “profesional”. Es un laico, al que le ha llegado la Palabra de Dios y la orden de profetizar.
El sacerdote no acepta a un Dios que habla a través de un pobre hombre, que no está investido de ningún poder religioso, como lo está él. Eso mismo sucedió con Jesús ante sus paisanos de Nazaret, como vimos en el evangelio del domingo anterior.

¿Cómo son recibidos los profetas, los enviados?
Jesús en el evangelio previene a los discípulos que envía de que no van a ser siempre bien recibidos. Les advierte que les va a pasar lo que le pasa a él: en unos sitios puede que sean bien recibidos, pero en otros les prestarán oídos sordos. Ellos tienen que ir a predicar nada menos que la conversión, el cambio de vida, a quien se encuentra quizás muy a gusto con la que lleva. Y eso nunca merece una acogida calurosa. Deben limitarse a proponer la conversión, no imponerla; y a hacer el bien que está en sus manos: atender a los enfermos, a los necesitados. Palabra y misericordia, compasión y compromiso con el necesitado esas son las armas del profeta y del apóstol. Las mismas armas de Cristo.

Profetas, enviados, hoy
Los profetas siguen presentes en nuestro tiempo, en nuestra sociedad, son simples personas de nuestro entorno que no brillan por cualidades extraordinarias, ni tienen que ser los “profesionales” de la religión, como el sacerdote de Betel; pero sí son capaces de pronunciar una palabra que nos invite a la conversión, o actúan de modo que son real proclamación del estilo de vida que los cristianos hemos de llevar al que hemos de convertirnos. Responsabilidad de cada uno es descubrir en ellos lo que nos proclaman y acoger su palabra y a ellos mismos en nuestra casa, es decir: en nuestro interior, en nuestro corazón y en nuestra mente.
Hemos de descubrir los medios de los que Dios se sirve en su proyecto de salvación. Esos medios no son únicamente los instituidos como tales, como los sacerdotes, profesionales de la pastoral…, puede ser cualquier persona con la que nos encontramos en nuestro convivir diario. Se exige inteligencia que capte, e interés en descubrir desde la humildad lo que los demás, al margen de su relevancia, social, intelectual, religiosa nos pueden decir. Por encima de la tentación a ver lo negativo del otro, que nos lleva a creernos superiores, ser capaces de llegar a lo positivo que nos ofrecen aquellos con los que encontramos en nuestra convivencia, más allá de las apariencias. Es cuestión tanto de inteligencia, como de actitud humilde y decidida a aprender de los demás.
Y, ¿por qué no?, también estar dispuestos a sentirnos enviados, desde nuestras pobreza y limitaciones, a atraer a la vida cristiana a los alejados de ella. Dios cuenta con nosotros para su obra creadora y de salvación. 


ESTUDIO BÍBLICO

Tema general de este domingo: llamada de Dios a la fe en Cristo, en el que somos abundantemente bendecidos, y la llamada al ministerio profético y apostólico.

Primera Lectura: Amós 7,12-15

Marco: Los capítulo 7-9 se centran en visiones de Amós, con algunas prolongaciones. El fragmento que hoy proclamamos es la prolongación de las tres primeras visiones: la langosta, el fuego y la destrucción de la ciudad. Las tres visiones van acompañadas de una plegaria del profeta a Dios y la respuesta que Dios le da. El fragmento de hoy es un enfrentamiento entre Amasías, que representa el culto oficial de la corte y el frescor y libertad del profeta que no está sometido a estas ataduras y habla con libertad lo que Dios le ordena.

Reflexiones:
1ª: ¿Enfrentamiento entre el culto oficial y el carisma profético!
Vete y refúgiate en tierra de Judá: come allí tu pan y profetiza allí: No vuelvas a profetizar en “Casa de Dios”, porque es el santuario real. A lo largo de la historia de la salvación encontramos escenas parecidas de enfrentamiento entre el culto oficial y la presencia profética. Amós procede de Técoa en Judá. No tiene licencia “oficial” para predicar en el reino del norte. En el fondo se debate una cuestión esencial: la institución oficial que corre siempre el peligro del anquilosamiento o incluso la adulteración por motivos interesados representados por Amasías, sacerdote de Betel, sacerdote en nombre del rey y que defiende los intereses reales en el santuario, frente a Amós que representa al profetismo como llamada carismática. El profeta es llamado para recordar la alianza de Dios con su pueblo. El profeta lo es en contra de su voluntad. El profeta no puede adular. Amós es un representante muy genuino de lo que es la función profética: voceros y portavoces de Dios para interpretar el devenir histórico del pueblo a la luz de las cláusulas de la alianza del Sinaí. Hoy como ayer en el pueblo de Dios son necesarios aquellos que movidos especialmente por el Espíritu, con las garantías adecuadas, denuncian los excesos de lo siempre establecido para renovar y recrear la vida, lo nuevo pero en autenticidad y fidelidad. Esto lo necesita siempre el pueblo de Dios inmerso en la historia humana. El mensaje de Amós es para hoy con especial fuerza y compromiso.

Segunda lectura: Efesios 1,3-14.

Marco: La lectura de hoy es un himno profundo teológicamente hablando y hermoso literariamente considerado. Se cimienta en algunas grandes realidades del plan salvador de Dios: bendición, elección, adopción-filiación, redención y esperanza. En estos términos sintetiza el autor /de la carta toda la acción de Dios por medio de Jesucristo. Están comprometidas en esta tarea las tres Personas divinas.

Reflexiones:
1ª: ¡Elegidos antes de la creación del mundo en cristo Jesús!
Nos ha bendecido por medio de Cristo. Nos ha elegido antes de la creación del mundo. En esta admirable síntesis de la teología paulina de la salvación sobresale con fuerza la gratuidad de Dios en su plan sobre el hombre. Se recalca con especial fuerza que esta gratuidad se debe a que todo pasa por Cristo Jesús y todo es movido por el amor. Y el conjunto es una “bendición”. La “berakáh”, a lo largo de toda la historia de la salvación, es lo mejor que Dios puede ofrecer al hombres; es la quintaesencia de su presencia bienhechora y salvadora; es una fuerza especial, porque para los hebreos la palabra es eficaz por sí misma. Los creyentes están en medio del mundo, comparten las alegrías y las dificultades de los hombres, viven lo cotidiano desde esta mirada del Dios Bendito que les ha bendecido, es decir, que sigue presente en su quehacer cotidiano. Pablo lo recuerda para entonces y para ahora. Es necesario volver a esta experiencia de la bendición para testimoniar en medio del mundo el verdadero rostro de nuestro Dios y de Jesús. Dios quiere la plena realización del hombre en todos los planos porque esa es la vocación a que han sido llamados: elección para ser su pueblo signo de salvación en medio de las realidades de este mundo y explotándolas con responsabilidad humana.

Tercera lectura: Marcos 6,7-13.

Marco: el fragmento es el primer paso del camino que conducirá a Jesús y a sus discípulos hasta Cesarea de Felipe, después del rechazo en su propia patria y entre sus familiares, lugar en que se expresará la gran confesión de Pedro. En realidad este fragmento hay que leerlo teniendo en cuanta la vocación de los apóstoles (Mc 3,13-19). Jesús elige a los que quiere para enviarlos a evangelizar siendo sus testigos.

Reflexiones:
1ª: ¡Jesús eligió a los que quiso!
Llamó a los que quiso y se acercaron a él... y comenzó a enviarlos de dos en dos. Es significativo que Marcos recuerde esta soberana libertad de Jesús para elegir a los que él quiso y cuando él quiso. La vocación profética es un impulso que procede del Espíritu y lo da al que él quiere (caso de Amós y de los otros profetas). Jesús acude a su soberana decisión. El apostolado es la vocación más alta y más profunda en la Iglesia. Son los cimientos sobre los que se construye la Iglesia teniendo como roca viva y piedra angular al mismo Cristo Jesús. Nuestro acceso a Dios pasa por la fe y por el testimonio apostólico. Y esa decisión la ha previsto Jesús mismo eligiendo a los que quiso. Ayer como hoy la vocación es una iniciativa generosa y libre de Dios. Y Dios sigue llamando a quienes quiere para realizar la misión. En un mundo, como el nuestro, en que parece que Dios guarda silencio en sus llamadas, es necesario recuperar la seguridad de que Dios sigue llamando a cada uno para la tarea que él le asigne. Hay crisis de respuestas no de vocaciones. Urge despertar, abrir los oídos en cada momento. Todos somos llamados para vivir y experimentar la fe apostólica en medio de nuestro mundo.

2ª: ¡Una llamada que urge a la evangelización!
Ellos marcharon y predicaron la conversión. Dios llama para una tarea concreta. A los apóstoles los llamó para que estuvieran con él y luego se dedicaran a la evangelización. Pablo recordará en su carta a los Romanos: Todo el que invoque el nombre del Señor se salvará. Ahora bien ¿cómo van a invocar a aquél en quien no creen? ¿Y cómo van a creer en él, si no les ha sido anunciado? ¿Y cómo va a ser anunciado, si nadie es enviado? Por eso dice la Escritura: ¡Qué hermosos son los pies de los que anuncian buenas noticias” (Rm 10,13-15). Y Jesús mismo Resucitado: Vosotros recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines de la tierra. Es necesario evangelizar con un testimonio más convincente en medio del mundo, con una palabra más eficaz y creadora de libertad. La evangelización es llevar al hombre al ámbito de la salvación integral. Esa es la buena noticia: la vida del hombre sobre la tierra tiene profundo sentido. Hay caminos abiertos para la verdadera humanización que consiste en restaurar el plan original de Dios: que el hombre sea realmente una imagen suya destinado a vivir en comunión, en la vida y feliz. Y esto comienza ya en este mundo. La tarea urge. La llamada es un signo de confianza del Maestro. Es necesario, hoy como ayer, evangelizar para que el hombre encuentre su sentido pleno y su libertad: expulsaban muchos demonios. (Fr. Gerardo Sánchez Mielgo O. P.)







domingo, 5 de julio de 2015

DOMINGO 14ª DEL TIEMPO ORDINARIO


“Y se extrañó de su falta de fe”

La libertad para Jesús no era un fin en sí mismo, sino un medio para algo más importante, es decir: el cumplimiento de la voluntad de Dios. No somos llamados a ser perfectamente libres sino a hacer la voluntad de Dios. En cambio, no podemos hacerla si no somos lo más libre que nos sea posible. Esto, a nuestros oídos de hoy, suena a contradicción. Hablar de obediencia a la voluntad de Dios suena a imposición divina y sometimiento de la persona. Eso se debe a una imagen de Dios, como alguien que tiene un gran ego masculino y a que la voluntad de Dios o la de cualquier otra persona es puramente arbitraria. Pero esto no es lo que Jesús parecía sentir.

Los relatos evangélicos nos enseñan una sabiduría de humanidad que nos permiten aprender lo que es confiar en Dios, nos enseñan a verle como Padre y a adoptar una perspectiva de preocupación y responsabilidad por los otros. Nos permite buscar la curación de Jesús cuando nos damos cuenta que también nosotros, más frecuentemente de lo que pensamos, creemos que, a pesar del peso cultural y religioso de su figura, es el carpintero, el hijo de María y el hermano de Santiago Judas y Simón. No lo decimos con estas palabras, pero la dificultad que mostramos para poner el amor a los demás como el fin de nuestras acciones revela esa necesidad de curación y de cambio.

DIOS NOS HABLA. ESCUCHAMOS SU PALABRA.

I LECTURA

La tarea del profeta es siempre ardua, porque se enfrenta con la rebeldía y la dureza de los corazones. Por eso, sólo puede apoyarse en Dios: el mismo que lo manda, le da la fortaleza necesaria en el momento de las dificultades.

Lectura de la profecía de Ezequiel 2, 2-5

Un espíritu entró en mí y me hizo permanecer de pie, y yo escuché al que me hablaba. Él me dijo: “Hijo de hombre, yo te envío a los israelitas, a un pueblo de rebeldes que se han rebelado contra mí; ellos y sus padres se han sublevado contra mí hasta el día de hoy. Son hombres obstinados y de corazón endurecido aquellos a los que yo te envío, para que les digas: ‘Así habla el Señor’. Y sea que escuchen o se nieguen a hacerlo –porque son un pueblo rebelde– sabrán que hay un profeta en medio de ellos”.
Palabra de Dios.

Salmo 122, 1-4

R. Nuestros ojos miran al Señor, hasta que se apiade de nosotros.

Levanto mis ojos hacia ti, que habitas en el cielo. R.

Como los ojos de los servidores están fijos en las manos de su señor y los ojos de la servidora en las manos de su dueña: así miran nuestros ojos al Señor, nuestro Dios, hasta que se apiade de nosotros. R.

¡Ten piedad, Señor, ten piedad de nosotros, porque estamos hartos de desprecios! Nuestra alma está saturada de la burla de los arrogantes, del desprecio de los orgullosos. R.

II LECTURA

San Pablo reconoce el límite y la debilidad humana. Pero no se lamenta por esto, sino que encuentra allí la ocasión para reconocer su pequeñez y la grandeza de Dios. Entonces, en adelante ya no confiará en sus propias fuerzas, sino en la Gracia divina.

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 12, 7-10

Hermanos: Para que la grandeza de las revelaciones no me envanezca, tengo una espina clavada en mi carne, un ángel de Satanás que me hiere. Tres veces pedí al Señor que me librara, pero él me respondió: “Te basta mi gracia, porque mi poder triunfa en la debilidad”. Más bien, me gloriaré de todo corazón en mi debilidad, para que resida en mí el poder de Cristo. Por eso, me complazco en mis debilidades, en los oprobios, en las privaciones, en las persecuciones y en las angustias soportadas por amor de Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.
Palabra de Dios.

ALELUYA         cfr. Lc 4, 18

Aleluya. El Espíritu del Señor está sobre mí; él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres. Aleluya.

EVANGELIO

Jesús conoce la historia de los profetas de su pueblo. Sabe que fueron rechazados y combatidos por los más cercanos. Y Jesús, dolorosamente, pasa por la misma experiencia. No nos sorprendamos cuando esto mismo nos ocurra a nosotros. Confiemos en el Espíritu Santo que hemos recibido el día del Bautismo y nos ha hecho profetas y profetisas para anunciar la Buena Noticia en medio de nuestro pueblo.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 6, 1-6a

Jesús se dirigió a su pueblo, seguido de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba estaba asombrada y decía: “¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría es ésa que le ha sido dada y esos grandes milagros que se realizan por sus manos? ¿No es acaso el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven aquí entre nosotros?”. Y Jesús era para ellos un motivo de escándalo. Por eso les dijo: “Un profeta es despreciado solamente en su pueblo, en su familia y en su casa”. Y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de sanar a unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos. Y él se asombraba de su falta de fe.
Palabra del Señor.

MEDITAMOS LA PALABRA DE DIOS

Nadie es profeta en su tierra

Jesús vuelve a Nazaret, a su pueblo natal, y allí, por segunda vez, los suyos lo ven con distancia y prevención. Poco antes, según nos narra el texto (3,21), de vuelta a casa y después de elegir a los doce, la gente acudió a él en tal número, que se formaban grandes aglomeraciones y no podían ni comer. Sus parientes, preocupados por el revuelo, habían ido a buscarlo porque creían que estaba fuera de sí. Ahora (6,3) sus vecinos y los que le conocen tampoco se fían de su sabiduría ni de los gestos que hace, porque les falta la fe para creer en él. Marcos, desde el comienzo, lo presenta como el hijo de Dios que libera al hombre, pero esta enseñanza salvífica opera en el ámbito de la fe, en cambio sus paisanos lo ven como “el carpintero, el hijo de María y el hermano de Santiago, Judas y Simón”, un hombre trabajador y nacido de gente conocida, alguien demasiado próximo como para encerrar algún misterio. Jesús queda bloqueado y sorprendido, precisamente, porque la fe estaba ausente: “Y se maravillaba de su falta de fe”. A los ojos de aquella gente, que son quienes más saben de su vida, su conducta queda tan lejos de lo religiosamente admisible que sus gestos, a pesar de lo que evidencian (curación), no merecen credibilidad. Quizá por eso la desconfianza es mayor: “No desprecian a un profeta más que en su tierra…”

La libertad del amor

Jesús, sorprende y escandaliza por su libertad, mostró comportamientos y actitudes demasiado osadas para aquella sociedad tan centrada en la normativa religiosa: interpretó las leyes con perspectiva humana y liberadora; por un lado, transgrediendo un mandato tan incuestionable como el del sábado y, por el otro, desautorizó el sentido de las normas que establecían lo puro y lo impuro orientándolo, mas bien, hacia el corazón y las intenciones de la persona, y todo ello sin ninguna autoridad reconocida para hacerlo. Su autoridad radicaba en la libertad para hacer la voluntad de Dios. Era libre para amar sin reservas a prostitutas, pobres y recaudadores. Comió y bebió las comidas impuras de los pobres y por ello fue acusado de comilón y de borracho. No se sentía atado a nada ni a nadie que obstaculizase el plan de Dios: ni a su vida ni al éxito de su misión. Su libertad no tenía límites porque tampoco la tenía su confianza en el Padre. La base de todo era, precisamente, esta confianza y, fue desde ella, como Jesús nos mostró el camino para ser audaces y abiertos, para aventurar nuevas formas que hicieran siempre posible ese desplazamiento que ponía el centro de la experiencia religiosa, antes que nada, en la cercanía de Dios-Padre y en esa atención especial al sufrimiento y el dolor de las personas, a sus carencias básicas y a su necesidad y deseo de ser curadas.

Confiar en Jesús

Jesús nos invita a participar en la Obra de Dios como lo hizo él, pero para ello tenemos que aprender a ser libres y sencillos. Cuando nos abrimos a esta forma de cooperar en la obra de la creación y nos dejamos penetrar por el Espíritu de Jesús, entonces descubrimos la acción de Dios en nosotros y comprendemos que no es nuestra obra la que llevamos a cabo sino que facilitamos la acción de Dios en la vida. Si somos capaces de escuchar a Dios de esta forma, habremos comenzado a experimentar la confianza en Jesús y a sentir la libertad radical que solo Dios puede dar. Aprender a dejar de ocuparnos solo de nuestras cosas dejándonos de motivar solo por nuestro ego, es abrirse a la transformación personal, a una forma de motivación que es obra de Dios.

El Evangelio de hoy nos invita a reflexionar en esa permanente paradoja: el camino que nos abre a Jesús, es la Verdad de la vida, es un camino que nos lleva a esa libertad radical que nos permite asumir creativamente la responsabilidad de seguir haciendo un mundo para todos, apostar por otro modelo de vida. En cambio, la mayoría de las personas nos encontramos todavía lejos de esa realidad. Pero, ciertamente, no hay que abandonar por ello, no podemos olvidar que hay que seguir dando de comer a quienes lo necesitan, hay que seguir empeñándose en reducir las desigualdades y eliminar la pobreza, hay que seguir intentando que las políticas sean menos indiferentes a las diferencias de género, más respetuosas con el cuidado de la casa común, como nos recordaba el Papa Francisco en su última Carta, más exigentes con la coherencia entre los Derechos humanos y la distribución de recursos económicos básicos que permitan crear expectativas para tanta inmigración tan inhumana y para tantos proyectos de mejora de la vida, ignorados y relegados al olvido.

Confiar en Jesús es luchar contra el egoísmo, el propio y el institucional, y aprender a desarrollar un sentido de paciente insistencia en continuar la Obra de Dios. Es una tarea lenta y que, en ocasiones, pensamos imposible, pero, finalmente, es una vía segura y esperanzada para conquistar la libertad interior que la fe puede


ESTUDIO BÍBLICO

El espíritu del verdadero profeta

Iª Lectura: Ezequiel (2,2-5): El profeta, el hombre sin miedo

I.1. La primera lectura de este domingo la tomamos de Ezequiel, y viene a ser como una especie de relato de llamada profética; así es el caso de otros profetas de gran talante (Isaías 6 en el templo; Jeremías 1), porque se debe marcar una distinción bien marcada entre los verdaderos y falsos profetas. En la Biblia, el verdadero profeta es el que recibe el Espíritu del Señor. De esa manera, pues, el profeta no se vende a nadie, ni a los reyes ni a los poderosos, sino que su corazón, su alma y su palabra pertenecen el Señor que les ha llamado para esta misión. Por ello sabemos que los verdaderos profetas fueron todos perseguidos. Es probable que padezcan una “patología espiritual” que no es otra que vivir la verdad y de la verdad a la que están abiertos.

I.2. El pueblo «rebelde» se acostumbra a los falsos profetas y vive engañado porque la verdad brilla por su ausencia. Por eso es tan dura la misión del verdadero profeta. Quizás, para entender todo lo que significa una llamada profética, que es una experiencia que parte en mil pedazos la vida de un hombre fiel a Dios, debemos poner atención en que a ellos se les exige más que a nadie. No hablan por hablar, ni a causa de sus ideas, sino que es la fuerza misteriosa del Espíritu que les impulsa más allá de lo que es la tradición y la costumbre de lo que debe hacerse. Por eso, pues, el profeta es el que aviva la Palabra del Señor.

IIª Lectura: 2ª Corintios (12,7-10): La fuerza de la debilidad

II.1. La segunda lectura es probablemente una de las confesiones más humanas del gran Pablo de Tarso. Forma parte de lo que se conoce como la carta de las lágrimas (según lo que podemos inferir de 2Cor 2,1-4;7,8-12). Es una descripción retórica, pero real. Se habla del «aguijón (skolops, algo afilado y punzante) de su carne» es toda una expresión que ha confundido a unos y a otros; muchos piensan en una enfermedad. Es la tesis más común, de una enfermedad crónica que ya arrastraba desde lo primeros tiempos de la misión (cf Gal 4,13-15). Pero no habría que descartar un sentido simbólico, lo que apuntaría probablemente a los adversarios que ponen en entredicho su misión apostólica, ya que habla de un «agente de Satanás». Aunque bien es verdad que en la antigüedad el diablo escudaba los tópicos de todos los males, reales o imaginarios. ¿Es algo biológico o psicológico? En todo caso Pablo quiere decir que aparece “débil” ante los adversarios, que están cargados de razones. Quiere combatir, por el evangelio que anuncia y por él mismo, desde su experiencia de debilidad; las que los otros ven en él y la que él mismo siente.

II.2. Para ello, el apóstol recurre, como medicina, a la gracia de Dios: “te es suficiente mi gracia (charis), porque la potencia (dynamis) se lleva a cabo en la debilidad (astheneia)” (v. 9); una de las expresiones más logradas y definitivas de las teología de Pablo. Esa gracia le hace fuerte en la debilidad; le hace autoafirmarse, no en la destrucción, ni en la vanagloria, sino en aceptarse como lo que es, quién es, y lo que Dios le pide. Pablo construye, en síntesis, una pequeña y hermosa teología de la cruz; es como si dijera que nuestro Dios es más Dios cuanto menos arrogantemente se revela. El Dios de la cruz, que es el Dios de la debilidad frente a los poderosos, es el único Dios al que merece la pena confiarse. Esa es la mística apostólica y cristiana que Pablo confiesa en este bello pasaje. Es como cuando Jesús dice: «quien guarda su vida para sí, la perderá» (cf Mc 8,35) . Es un desafía al poderío del mundo y de los que actúan de esa manera en el seno mismo de la comunidad.

Evangelio: Marcos (6,1-6): Nazaret… nadie es profeta en su tierra

III.1. El texto del evangelio de Marcos es la versión primitiva de la presencia de Jesús en su pueblo, Nazaret, después de haber recorrido la Galilea predicando el evangelio. Allí es el hijo del carpintero, de María, se conocen a sus familiares más cercanos: ¿de dónde le viene lo que dice y lo que hace? Lucas, por su parte, ha hecho de esta escena en Nazaret el comienzo más determinante de la actividad de Jesús (cf Lc 4,14ss). Ya sabemos que el proverbio del profeta rechazado entre los suyos es propio de todas las culturas. Jesús, desde luego, no ha estudiado para rabino, no tiene autoridad (exousía) para ello, como ya se pone de manifiesto en Mc 2,21ss. Pero precisamente la autoridad de un profeta no se explica institucionalmente, sino que se reconoce en que tiene el Espíritu de Dios.

III.2. El texto habla de «sabiduría», porque precisamente la sabiduría es una de las cosas más apreciadas en el mundo bíblico. La sabiduría no se aprende, no se enseña, se vive y se trasmite como experiencia de vida. A su vez, esta misma sabiduría le lleva a decir y a hacer lo que los poderosos no pueden prohibir. En el evangelio de San Marcos este es un momento que causa una crisis en la vida de Jesús con su pueblo, porque se pone de manifiesto «la falta de fe» (apistía). No hace milagros, dice el texto de Marcos, porque aunque los hiciera no lo creerían. Sin la fe, el reino que él predicaba no puede experimentarse. En la narrativa del evangelio este es uno de los momentos de crisis de Galilea. Por ello el evangelio de hoy no es simplemente un texto que narra el paso de Jesús por su pueblo, donde se había criado. Nazaret, como en Lucas también, no representa solamente el pueblo de su niñez: es todo el pueblo de Israel que hacía mucho tiempo, siglos, que no había escuchado a un profeta. Y ahora que esto sucede, su mensaje queda en el vacío.

III.3. Sigue siendo el hijo del carpintero y de María, pero tiene el espíritu de los profetas. Efectivamente los profetas son llamados de entre el pueblo sencillo, están arrancados de sus casas, de sus oficios normales y de pronto ven que su vida debe llevar otro camino. Los suyos, los más cercanos, ni siquiera a veces los reconocen. Todo ha cambiado para ellos hasta el punto de que la misión para la que son elegidos es la más difícil que uno se pueda imaginar. Es verdad que el Jesús taumaturgo popular y exorcista es y seguirá siendo uno de los temas más debatidos sobre el Jesús histórico; probablemente ha habido excesos a la hora de presentar este aspecto de los evangelios, siendo como es una cuestión que exige atención. Pero en el caso que no ocupa del texto de Marcos no podemos negar que se quiere hacer una “crítica” (ya en aquél tiempo de las comunidades primitivas) a la corriente que considera a Jesús como un simple taumaturgo y exorcista. Es el profeta del reino de Dios que llega a la gente que lo anhelaba. En esto Jesús, como profeta, se estaba jugando su vida como los profetas del Antiguo Testamento. (Fray Miguel de Burgos O. P.).