domingo, 27 de septiembre de 2015

DOMINGO 26º DEL TIEMPO ORDINARIO


"Los mandamientos del Señor son enteramente justos"

¿Por qué todo el mundo, también los no creyentes, nos sabemos el "ojo por ojo", pero pocos nos hemos aprendido: "Ahora, vosotros, los ricos, llorad y lamentaos por las desgracias que os han tocado. Vuestra riqueza está corrompida y vuestros vestidos están apolillados". Sí, puede ser porque es más largo, claro. Pero creemos que hay más razones.

A menudo, en nuestra ingenuidad teológica, nos preguntamos por qué hay textos evangélicos que entendemos de modo literal y otros que nos cuesta tanto realizar, simplemente entender o incluso, escuchar. ¿Por qué damos tanta importancia a "lo que Dios ha unido..." y olvidamos fácilmente el "amarás a tu prójimo”?; ¿o tenemos presente en nuestro día a día "es más fácil que un camello...", ?que además es una mala traducción, el texto original hablaba de maroma, no de camello?, y no vivimos de acuerdo al "anda, vende todo lo que tienes y sígueme"?

DIOS NOS HABLA. CONTEMPLAMOS SU PALABRA.

I LECTURA

No se le puede poner freno al Espíritu de Dios, justamente porque Dios no tiene límites, y puede disponer dar su Espíritu allí donde no se espera. Si Dios es generoso, ¿quiénes somos nosotros para arrogarnos el monopolio de su representación?
   
Lectura del libro de los Números 11, 16-17a. 24-29

El Señor dijo a Moisés: “Reúneme a setenta de los ancianos de Israel –deberás estar seguro de que son realmente ancianos y escribas del pueblo– llévalos a la Carpa del Encuentro, y que permanezcan allí junto contigo. Yo bajaré hasta allí, te hablaré, y tomaré algo del espíritu que tú posees, para comunicárselo a ellos”. Moisés salió a comunicar al pueblo las palabras del Señor. Luego reunió a setenta hombres entre los ancianos del pueblo, y los hizo poner de pie alrededor de la Carpa. Entonces el Señor descendió en la nube y le habló a Moisés. Después tomó algo del espíritu que estaba sobre él y lo infundió a los setenta ancianos. Y apenas el espíritu se posó sobre ellos, comenzaron a hablar en éxtasis; pero después no volvieron a hacerlo. Dos hombres –uno llamado Eldad y el otro Medad– se habían quedado en el campamento; y como figuraban entre los inscritos, el espíritu se posó sobre ellos, a pesar de que no habían ido a la Carpa. Y también ellos se pusieron a hablar en éxtasis. Un muchacho vino corriendo y comunicó la noticia a Moisés, con estas palabras: “Eldad y Medad están profetizando en el campamento”. Josué, hijo de Nun, que desde su juventud era ayudante de Moisés, intervino diciendo: “Moisés, señor mío, no se lo permitas”. Pero Moisés le respondió: “¿Acaso estás celoso a causa de mí? ¡Ojalá todos fueran profetas en el pueblo del Señor, porque él les infunde su espíritu!”.
Palabra de Dios.

Salmo 18, 8. 10. 12-14

R. Los preceptos del Señor alegran el corazón.

La ley del Señor es perfecta, reconforta el alma; el testimonio del Señor es verdadero, da sabiduría al simple. R.

La palabra del Señor es pura, permanece para siempre; los juicios del Señor son la verdad, enteramente justos. R.

También a mí me instruyen: Observarlos es muy provechoso. Pero ¿quién advierte sus propios errores? Purifícame de las faltas ocultas. R.

Presérvame, además, del orgullo, para que no me domine: Entonces seré irreprochable y me veré libre de ese gran pecado. R.

II LECTURA

 “El apego a las riquezas es el inicio de todo tipo de corrupción, por doquier: corrupción personal, corrupción en los negocios, también la pequeña corrupción comercial, la de aquellos que quitan 50 gramos al peso justo, corrupción política, corrupción en la educación… ¿Por qué? Porque aquellos que viven apegados al propio poder, a las propias riquezas, creen que están en el paraíso. Están cerrados, no tienen horizonte, no tienen esperanza. Y al final, deberán dejar todo” (Francisco, 25/5/2015).

Lectura de la carta de Santiago 5, 1-6

Ustedes, los ricos, lloren y giman por las desgracias que les van a sobrevenir. Porque sus riquezas se han echado a perder y sus vestidos están roídos por la polilla. Su oro y su plata se han herrumbrado, y esa herrumbre dará testimonio contra ustedes y devorará sus cuerpos como un fuego. ¡Ustedes han amontonado riquezas, ahora que es el tiempo final! Sepan que el salario que han robado a los que trabajaron en sus campos está clamando, y el clamor de los cosechadores ha llegado a los oídos del Señor del universo. Ustedes llevaron en este mundo una vida de lujo y de placer, y se han cebado a sí mismos para el día de la matanza. Han condenado y han matado al Justo, sin que él les opusiera resistencia.
Palabra de Dios.

ALELUYA        cf Jn 17, 17

Aleluya. Tu palabra, Señor, es verdad; conságranos en la verdad. Aleluya.

EVANGELIO

Jesús advierte a sus discípulos que no deben frenar lo que Dios hace fuera de la comunidad y la fraternidad. Los discípulos, en lugar de limitar, deben reconocer la universalidad de Dios. Así como el espíritu de profecía se extendió sobre los setenta ancianos, así se sigue extendiendo más allá de las fronteras que nuestra mente tiene fijadas.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 9, 38-43. 45. 47-48

Juan dijo a Jesús: “Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre, y tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros”. Pero Jesús les dijo: “No se lo impidan, porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí. Y el que no está contra nosotros, está con nosotros. Les aseguro que no quedará sin recompensa el que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que ustedes pertenecen a Cristo. Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar. Si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtala, porque más te vale entrar en la Vida manco, que ir con tus dos manos al infierno, al fuego inextinguible. Y si tu pie es para ti ocasión de pecado, córtalo, porque más te vale entrar lisiado en la Vida, que ser arrojado con tus dos pies al infierno. Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, arráncalo, porque más te vale entrar con un solo ojo en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos al infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga”.
Palabra del Señor.

MEDITAMOS LA PALABRA DE DIOS.

"Los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos"

Otro gallo nos cantaría, y no el de Pedro precisamente, ?recordándonos que habíamos fallado al Maestro?. Seríamos de otra forma, viviríamos más contentos, como nos pide Francisco, transformaríamos evangélicamente el mundo y la gente realmente cuchichearía: "mirad cómo se aman". Guillermo Rovirosa lo dijo con otras palabras: “Todo consiste en no pasar de largo, moviendo la cabeza, delante de Cristo en la Cruz, y en no pretender adaptar las enseñanzas del Nuevo Testamento a las propias conveniencias”. Si leyésemos el evangelio completo, también lo incómodo, también lo complicado, nuestra vida cambiaría, claro que sí.

Por ejemplo, este texto de Santiago: "El jornal defraudado a los obreros que han cosechado vuestros campos está clamando contra vosotros; y los gritos de los segadores han llegado hasta el oído del Señor de los ejércitos. Habéis vivido en este mundo con lujo y entregados al placer. Os habéis cebado para el día de la matanza. Condenasteis y matasteis al justo; él no os resiste".

¿Podemos seguir viviendo en medio de la tranquilidad, la seguridad y la comodidad de lo que poseemos mientras otros hermanos/as nuestros, segadores, obreras, explotados, refugiadas, inmigrantes, traficadas, menores indefensos, habitantes del sur de las ciudades, los continentes y el mundo... malviven, trabajan, cruzan mares, mueren ahogados o son esclavizados a cambio de una vida (¿mejor?)?

Sus "gritos llegan a oídos" de nuestro Padre-Madre misericordioso y compasivo y, sin embargo, nosotros y nosotras, carne de su carne, ¿seres humanos? igual que ellos y ellas ¿no los escuchamos? ¿Seguiremos indiferentes e inmovilizados?

No es que nos estemos jugando, solamente, otra vida de felicidad eterna. Es que, sobre todo, nos jugamos la vida ?presente y futura? de esta tierra, que no puede soportar más la explotación a la que la sometemos a ella y a quienes la habitan. Vivimos "en este mundo con lujo" imposibilitando que otros millones apenas puedan sobrevivir y eso duele pero, sobre todo, no se parece nada al sueño de Dios para la Humanidad.

Si nos creemos las palabras de Jesús, ¿tendremos que cambiar algo nuestras vidas, no? Si de verdad, "los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos", como afirma el Salmo, ¿habrá que hacer algo, no?

"Si tu mano te hace caer, córtatela"

Otra frase dura. Pero que más nos valdría escuchar más a menudo.

Cuántas veces nosotros, pobres hijos de esta nuestra iglesia hemos sido escándalo para el resto. Si escucháramos este texto de forma literal como hacemos con tantos otros, seríamos una comunidad de mancos, cojos y tuertos… ¡Quién sabe si no lo somos ya!

Pero el texto del evangelio escogido para este domingo, además, nos habla de inclusión. Como dice una sabia: "en la lista de los puros, no es necesario que seamos los primeros". Ni los únicos, añado yo. No podemos ir excluyendo a quien no se viste, no se mueve o no se comporta de la misma forma que nosotros lo hacemos, ¿no? Si el resultado es la construcción del Reino, ¿no es ese el mandato que hemos recibido?

Eldad, Meldad, "el que echaba demonios", el que recauda para, la que predica que, los que montan un... Si la apuesta es la misma, si el sueño es común, si entre todos y todas construimos ese deseo de Dios para la humanidad, qué más da quién plante y quién recoja?


ESTUDIO BÍBLICO.

Una religión de apertura a todos los hombres

Iª Lectura: Números (11,25-29): El Espíritu "en el pueblo"

I.1. La primera lectura, del libro de los Números (11,25-29) nos cuenta un episodio extraño, propio de las religiones ancestrales, en el que un grupo de ancianos, recibiendo el espíritu de Moisés, se ponen a profetizar. Era como una ayuda que Moisés tuvo para atender a los problemas de impartir justicia y orientar al pueblo en el desierto. Pero quizás lo más importante de esta lectura sea poner de manifiesto que el Espíritu, como don de Dios, no se puede reducir a unas formas exclusivamente institucionales. Esos dos personajes llamados Eldad y Medad representan a aquellos que han recibido un don carismático fuera de los ámbitos institucionales.

I.2. En realidad, no son los protagonistas de esta lectura los ancianos, ni Moisés, ni estos dos personajes mencionados, sino que es el Espíritu que impulsa a los hombres. Por ello es muy digna de consideración la actitud de Moisés quien, ante el escándalo de su asistente Josué, afirma que es todo el pueblo el está llamado a profetizar. Y profetizar, en primer lugar, significa abrirse al don del Espíritu, y después ponerse al servicio de todos para trasmitir la voluntad salvadora de Dios.

IIª Lectura: Santiago (5,1-6): Contra los ricos

II.1. La carta de Santiago nos ofrece uno de sus textos más famosos y más duro sobre los ricos y las riquezas. Hay toda una filosofía y una dialéctica sobre si lo peor es ser ricos o es la misma riqueza. En realidad la riqueza ¿qué es? ¿es en sí mala? Se ha dicho que la riqueza no existe si alguien no la practica. El texto de Santiago habla a los ricos, y la riqueza es su condena. El problema, pues, es acumular injustamente bienes, robando, matando o impidiendo que otros tengan los necesario. Ese es el ejemplo de la riqueza con el que se opera en la carta de hoy.

II.2. Existen cosas bellas acumuladas, que no son de nadie, o son patrimonio de un pueblo o de la humanidad, o de museos, y sabemos que esa riqueza no afecta a la injusticia del mundo. La riqueza de la que aquí se habla es aquella que se posee por la injusticia y la sinrazón. Por ello, pues, son los ricos los que caen bajo las palabras directas de esta invectiva moralizante del autor de la carta de  Santiago. Por lo tanto, ser ricos en esas condiciones en las que se pone de manifiesto la injusticia, la acumulación de lo que no es necesario, mientras otros pasan hambre o no tienen trabajo, es verdaderamente antievangélico.

Evangelio: Marcos (Mc 9,38-43.45.47-48): El evangelio contra el puritanismo

III.1. El evangelio de hoy nos cuenta una pequeña historia, parecida a la que hemos encontrado en la vida de Moisés sobre el espíritu que se da libremente a dos personajes que no pertenecían al grupo de los ancianos. En este caso, Juan, ha encontrado a alguien que hace milagros o exorcismos y quiere impedírselo como si eso fuera exclusivo de Jesús, el profeta de Nazaret. Pero Jesús, en una respuesta que se asemeja a la de Moisés exige que no se le impida, porque todo el que hace el bien (ese es el sentido que puede tener el hacer milagros en nuestro texto) no puede estar contra Jesús que vino a hacer el bien a los hombres. Es verdad que existe otra sentencia de Jesús, de la fuente Q, que no estaría en esta línea (cf Mt 12,30; Lc 11,23): “quien no está conmigo, está contra mí” y que expresaría la radicalidad de algunos profetas itinerantes que defendieron un exclusivismo como el de Juan.

III.2. Es verdad que el conjunto de dichos que se concentran en Mc 9,42-50 se presta a muchas lecturas. Están expresados con los giros semíticos propios del lenguaje de contraste. Nadie debe tirarse al mar atado a una piedra; como nadie puede odiar a los suyos por amar a Jesús y su evangelio. El escándalo del que nos habla el evangelio de hoy no está relacionado con un puritanismo moralizante que lleva a excesos inhumanos. Es un escándalo de los “pequeños”, los que pueden ser “exorcistas extraños”, pero que no son contrarios al evangelio, a la bondad, a la sabiduría divina. Con sus obras, con sus actitudes y sus luchas deben ser considerados en toda su dignidad, aunque no sean de los nuestros. Se quiere poner de manifiesto, por parte de Jesús, que en ellos también hay algo del reino que él ha venido a traer.

III.3. Esta enseñanza del evangelio de hoy pone de manifiesto que la praxis cristiana no puede defenderse como exclusivismo y como independencia absoluta. Todos los hombres son capaces del bien, porque todos los hombres han recibido los dones de Dios. Por lo mismo, allí donde se trabaja por los demás, donde se abren las puertas a los hambrientos y los sedientos, aunque no conozcan al Dios de Jesús, allí los cristianos pueden participar sin exigir garantías jurídicas que justifiquen sus compromisos. La comunidad cristiana, la Iglesia, no debe presentarse como el “gheto” de los salvados o redimidos con criterios de puritanismo y legalismo, porque esta promesa es para todos los hombres. (Fray Miguel de Burgos Núñez O. P.).




domingo, 20 de septiembre de 2015

DOMINGO 25º DEL TIEMPO ORDINARIO


“Quien quiera ser el primero, que sea… el servidor de todos”

Sobran palabras para entender lo que enseña Jesucristo. Otra cosa es que queramos aceptar lo que el Señor nos propone. El domingo pasado teníamos el primer anuncio de la pasión, muerte y resurrección de Jesús, sazonado con la reprimenda a Pedro: ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios! (Mc 8,33). Casi sin respirar, el Señor se dirige a todos, a la gente y a los discípulos, y les dice: Si alguien quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo… (Mc 8,34), es decir, deje de lado su «yo».

El evangelio de hoy presenta el segundo anuncio de la pasión, muerte y resurrección de Jesús y lleva implícita una censura a los discípulos, interesados solo por saber quién de ellos era el más importante. El Señor trata de colocar las cosas en su sitio, siguiendo el mismo punto de vista mostrado anteriormente, distinguiendo entre el pensar a modo humano y a modo divino: humanamente, ambicionamos prevalecer sobre los demás, destacar, ocupar el primer puesto; la lógica que propone el Señor es totalmente diversa: para ocupar el primer puesto hay que ponerse al servicio de todos y pasar por ser el último de todos. Esto se entiende muy bien, pero nuestra pretensión humana es reacia a aceptarlo, porque implica el compromiso de hacer como Jesucristo, que “no vino a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos” (Mc 10,45).

DIOS NOS HABLA. CONTEMPLAMOS SU PALABRA.

I LECTURA

El escenario es dramático: Un grupo de violentos e impunes decide atacar a quien se atreve a anunciar un estilo de vida comprometido con la justicia y la verdad. Ellos se sienten dueños de la situación, y nada parece detenerlos. Incluso ofenden las creencias y la actitud religiosa de este hombre. Todo un desafío para quien no quiere abandonar su fe y su estilo de vida.

Lectura del libro de la Sabiduría 2, 12. 17-20

Dicen los impíos: Tendamos trampas al justo, porque nos molesta y se opone a nuestra manera de obrar; nos echa en cara las transgresiones a la Ley y nos reprocha las faltas contra la enseñanza recibida. Veamos si sus palabras son verdaderas y comprobemos lo que le pasará al final. Porque si el justo es hijo de Dios, él lo protegerá y lo librará de las manos de sus enemigos. Pongámoslo a prueba con ultrajes y tormentos, para conocer su temple y probar su paciencia. Condenémoslo a una muerte infame, ya que él asegura que Dios lo visitará.
Palabra de Dios.
Salmo 53, 3-6. 8

R. El Señor es mi apoyo verdadero.

Dios mío, sálvame por tu Nombre, defiéndeme con tu poder. Dios mío, escucha mi súplica, presta atención a las palabras de mi boca. R.

Dios mío, sálvame por tu Nombre, porque gente soberbia se ha alzado contra mí, hombres violentos atentan contra mi vida, sin tener presente a Dios. R.

Pero Dios es mi ayuda, el Señor es mi apoyo verdadero: Te ofreceré un sacrificio voluntario, daré gracias a tu Nombre, porque es bueno. R.

II LECTURA

Muchas veces no preguntamos de dónde viene tanto mal. Incluso pensamos que “Dios no hace nada para impedir tanto mal”, acusando, de alguna manera, al mismo Dios. Pero el texto es claro: la maldad, las guerras, la violencia, nacen en el corazón del ser humano. No podemos desentendernos de esta responsabilidad.

Lectura de la carta de Santiago 3, 16—4, 3

Hermanos: Donde hay rivalidad y discordia, hay también desorden y toda clase de maldad. En cambio, la sabiduría que viene de lo alto es, ante todo, pura; y además, pacífica, benévola y conciliadora; está llena de misericordia y dispuesta a hacer el bien; es imparcial y sincera. Un fruto de justicia se siembra pacíficamente para los que trabajan por la paz. ¿De dónde provienen las luchas y las querellas que hay entre ustedes? ¿No es precisamente de las pasiones que combaten en sus mismos miembros? Ustedes ambicionan, y si no consiguen lo que desean, matan; envidian, y al no alcanzar lo que pretenden, combaten y se hacen la guerra. Ustedes no tienen, porque no piden. O bien, piden y no reciben, porque piden mal, con el único fin de satisfacer sus pasiones.
Palabra de Dios.

ALELUYA        cf. 2Tes 2, 14

Aleluya. Dios nos llamó, por medio del Evangelio, para que poseamos la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Aleluya.

EVANGELIO

¿Quién es el mayor? ¡En el Reino de Dios, los pequeños!

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 9, 30-37

Jesús atravesaba la Galilea junto con sus discípulos y no quería que nadie lo supiera, porque enseñaba y les decía: “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo matarán y tres días después de su muerte, resucitará”. Pero los discípulos no comprendían esto y temían hacerle preguntas. Llegaron a Cafarnaúm y, una vez que estuvieron en la casa, les preguntó: “¿De qué hablaban en el camino?”. Ellos callaban, porque habían estado discutiendo sobre quién era el más grande. Entonces, sentándose, llamó a los Doce y les dijo: “El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos”. Después, tomando a un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo: “El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe, no es a mí al que recibe, sino a Aquel que me ha enviado”.
Palabra del Señor.

MEDITAMOS LA PALABRA DE DIOS

Para que las palabras de Jesús nos entusiasmen hemos de echar mano de la sabiduría que viene “de arriba” (segunda lectura), es decir, superar el modo de pensar humano para pensar como Dios. La liturgia de la Palabra propone insistentemente dos puntos de vista opuestos, claramente presentes en la segunda lectura y también en la primera, que pone de manifiesto el punto de vista de “los impíos” respecto del justo, frente al punto de vista de Dios, que se sirve de la paradoja de la cruz para ofrecer su salvación a la humanidad. Frente a “los impíos” está “el justo”, que confía en el Señor, “dando gracias a su nombre, que es bueno” (salmo responsorial).

“El más importante”

Esto es lo que interesaba a los discípulos, más que lo que el Señor acababa de decirles a propósito de su pasión, muerte y resurrección (segundo anuncio). Lo que el Maestro les enseña no les interesa, es decir, no quieren entenderlo. Los evangelistas Marcos y Lucas afirman que a los discípulos les daba miedo preguntar a Jesús sobre el asunto (cf. Lc 9,45), mientras que Mateo suaviza la reacción de los discípulos refiriendo que, ante tal anuncio, los discípulos “se pusieron muy tristes” (Mt 17,23).

A los discípulos “les daba miedo preguntarle” a Jesús. El Señor, en cambio, les pregunta directamente: “¿De qué discutíais por el camino?”. Notemos la reacción de los discípulos: primero, no entendían; segundo, les daba miedo preguntarle; tercero, no se atreven a responder a la pregunta de Jesús.

El ser humano da muchas vueltas para no afrontar la realidad: buscamos disculpas, ingeniamos dificultades, presentamos justificaciones… para no dar el brazo a torcer, es decir, para no tomar en serio el punto de vista de Dios, que es lo que Jesucristo trata de hacernos comprender, más allá de nuestro interesado “ser el más importante”.

“El que acoge a un niño en mi nombre me acoge a mí”

El ejemplo que pone el Señor es de lo más sencillo de entender. Así es como llegamos a la conclusión de que los discípulos, más que no entender, no querían entender, por las consecuencias que se derivan de seguir el camino trazado por el Señor: pasión y muerte, dejar atrás el propio “yo”.

Jesús se identifica con un niño, es decir, con lo que no cuenta, con lo que nadie toma en consideración, por ser insignificante. He aquí nuevamente los dos puntos de vista contrapuestos: ser el más importante (criterio humano) o prestar atención a un niño, algo que se considera insignificante, sin relevancia, que es lo que propone el Señor.

“…no me acoge a mí, sino al que me ha enviado”

Este paso es fundamental, pues nos sirve para adentrarnos en la identidad que Jesucristo establece con nosotros (en la persona del niño) y la identidad que él tiene con el Padre del cielo. Así es como lo que se refiere a Jesucristo en realidad encuentra su plenitud en el Padre del cielo, y a esta plenitud es a la que el Señor quiere conducirnos a través de su Espíritu, que es quien nos llevará a la verdad plena (cf. Jn 14,26).

“…a los tres días resucitará”

La resurrección de Jesús es la demostración del sentido de su vida, desde su encarnación hasta su muerte en la cruz. De ahí que san Pablo afirme rotundamente: Si Cristo no ha resucitado vana es nuestra predicación y vana nuestra fe (1 Cor 15,14).

Los discípulos no querían entender lo que se refería a la pasión y muerte del Señor, tanto que ni se atrevían a preguntarle. El hecho de la resurrección sí que era algo inaudito, y podría parecerles cosa poco interesante para ellos en aquel momento, donde lo que contaba era ser el primero entre los demás.

La resurrección de Jesucristo nos interpela también a nosotros. El hecho de celebrar la Eucaristía significa que creemos en la resurrección de Jesús y en la nuestra, tal como confesamos en el Credo. Ahora bien, una cosa es lo que sabemos o creemos teóricamente y otra bien distinta aquella que vivimos y que da sentido a nuestra vida.

Jesucristo en la Eucaristía se nos da como alimento, pan y bebida de “vida eterna”. Acercarnos a comulgar significa asumir la vida de Jesucristo y tratar de dejarnos guiar por su Espíritu. El Espíritu no nos mueve a prevalecer sobre los demás ni a pretender ser los más importantes, sino todo lo contrario, a declararnos, como nuestra Madre del cielo, la esclava del Señor, que es lo que Jesucristo nos propone este domingo de manera bien clara: “Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”.

No tengamos miedo de lo que nos propone el Señor, pues él va delante, dado que no ha venido para ser servido sino para servir. Este es el único camino que lleva a la felicidad, y recorrerlo es experimentar ya la alegría de ser verdaderamente discípulos del Señor.


ESTUDIO BÍBLICO

La religión verdadera es acoger desde la solidaridad

Iª Lectura: Sabiduría (2,12.17-20): El justo piensa como vive

I.1. La primera lectura se toma concretamente de un pasaje que pone de manifiesto el razonamiento de los impíos, de los que están instalados en la sociedad religiosa y política y que no aceptan que un hombre justo, honrado, simplemente con el testimonio de su vida, pueda ser una contrarréplica de la ética, de la moral y de las tradiciones ancestrales con las que se consagra, muy a menudo, la sociedad injusta y arbitraria de los poderosos. Como el libro de la Sabiduría es propio de la literatura religiosa griega, algunos han pensado que a la base de esta lectura está el razonamiento práctico de una filosofía que se muestra en la ética de los epicúreos, quienes defendían una praxis de justicia y honradez en la sociedad.

I.2. En todo caso, la lectura cristiana de este pasaje ha dado como resultado la comparación con los textos del Siervo de Yahvé de Isaías (52-53) y más concretamente, se apunta a la inspiración que ha podido suponer para los cristianos sobre la Pasión del Señor, ya que en ese justo del libro de la Sabiduría se ha visto la actuación de Jesús, tal como podemos colegir de la lectura misma del evangelio de hoy. Los “no sabios” saben muy bien condenar a muerte ignominiosa a los justos. Esa es la única sabiduría que entienden de verdad: el desprecio y la ignominia; es una sabiduría contracultural: ni divina ni humana. Y esta es ya una historia muy larga en la humanidad que tanto se valora a sí misma.

IIª Lectura: Santiago (3,16-4,3): Sabiduría: justicia y paz

II.1. La carta de Santiago (3,16-4,3), sigue siendo el hilo conductor de esta segunda lectura litúrgica. Además, como es una carta que pretende establecer un cristianismo práctico, ético y moral, nos pone sobre el contraste dos sabidurías: la que nace de este mundo y anida en el corazón del hombre (envidias, desorden, guerras, asesinatos) y la sabiduría que viene de lo alto (pacificadora, limpieza de corazón, condescendencia, docilidad, misericordia). En realidad a la primera no se le debe llamar sabiduría sino insensatez y negatividad. Son dos mundos y podríamos preguntarnos, de verdad, si el corazón humano no está anidado por estas dos tendencias (dualismo). Nuestra propia experiencia personal podría darnos la respuesta.

II.2. El autor considera que el ser humano, guiado por sus instintos (es el misterio de nuestra debilidad, aunque le atribuye un débito especial al “diablo” para no caer en el principio de maldad en el corazón humano), va hacia la perdición por la envidia con la que nos destrozamos los unos a los otros. Pero el autor propone la sabiduría, que se adquiere por la oración para llegar a esas actitudes positivas que ha mencionado antes. No se trata, pues, de leer este texto en clave moralizante para rebajarlo. Es uno de los textos fuertes del NT, de ese calibre es el cristianismo que pide la paz fundamentada en la justicia.

Evangelio: Marcos (9,30-37): El que se entrega debe ser el primero

III.1. El evangelio de Marcos nos muestra un segundo paso de Jesús en su camino hacia Jerusalén, acompañado por sus discípulos. El maestro sabe lo que le espera; lo intuye, al menos, con la lucidez de un profeta: la pasión y la muerte, pero también la seguridad de que estará en las manos de Dios para siempre, porque su Dios es un Dios de vida. Pero ese anuncio de la pasión se convierte en el evangelio de hoy en una motivación más para hablar a los discípulos de la necesidad del servicio.

III.2. No merece la pena discutir si este segundo anuncio de la pasión son “ipsissima verba” o son una adaptación de la comunidad a las confidencias más auténticas de Jesús. Hoy se acepta como histórico que Jesús “sabía algo” de lo que le esperaba. Que la comunidad, después, adaptara las cosas no debería resultar extraño. Este segundo anuncio de la pasión lo presenta el evangelista como una enseñanza (edídasken= les enseñaba). Pero los discípulos ni lo entendían ni querían preguntarle, ya que les daba pánico. Este no querer preguntarle es muy intencionado en el texto, porque no se atrevían a entrar en el mundo interior y profético del Maestro. Jesús tuvo paciencia y pedagogía con ellos y por eso Marcos nos ha presentado “tres” anuncios en un corto espacio de tiempo (8,27-10,32).

III.3. Tampoco Pedro, en el primer anuncio (8,27-33), lo había entendido cuando quiere impedir que Jesús pueda ir a Jerusalén para ser condenado. No encajaba ese anuncio con su confesión mesiánica, que tenía más valor nacionalista que otra cosa. Marcos ha emprendido, desde ahora en su narración una dirección que no solamente es reflejo histórico del camino de Jesús a Jerusalén, sino de “enseñanza” para la comunidad cristiana de que su “Cristo” no se fue de rositas a Jerusalén. Que confesar el poder y la gloria del Mesías es o puede ser un tópico religioso poco profético. En realidad eso es así hasta el final, como lo muestra la escena de Getsemaní (14,32-42) y en la misma negación de Pedro (14,66-72). Los discípulos no entendieron de verdad a Jesús, ni siquiera por qué le siguieron, hasta después de la Pascua.

III.4. En Cafarnaúm, en la casa, que es un lugar privilegiado por Marcos para las grandes confidencias de Jesús, porque es el símbolo de donde se reúne la comunidad, (como cuando les explica el sentido de las parábolas), les pregunta por lo que habían discutido por el camino; seguramente de grandezas, de ser los primeros cuando llegase el momento. Sus equivocaciones mesiánicas llegaban hasta ese punto. Jesús tomó a un niño (muy probablemente el que les servía) y lo puso ante ellos como símbolo de su impotencia. Es verdad que el niño, como tal, también quiere ser siempre el primero en todo, pero es impotente. Sin embargo, cuando los adultos quieren ser los primeros, entonces se pone en práctica lo que ha dicho el libro de la Sabiduría. Y es que el cristianismo no es una religión de rangos, sino de experiencias de comunión y de aceptar a los pequeños, a los que no cuentan en este mundo.

III.5. Acoger en nombre de Jesús a alguien como un niño es aceptar a los que no tienen poder, ni defensa, ni derechos; es saber oír a los que no tienen voz; son los pobres y despreciados de este mundo. La tarea, como muy bien se pone de manifiesto en la praxis cristiana que Marcos quiere trasmitir a su comunidad, no está en sopesar si los que se acogen son inocentes o no, sino que debemos mirar a la vulnerabilidad. Quizás los pequeños, los niños, los pobres, los enfermos contagiosos, no son inocentes. Tampoco los niños lo son. Es el misterio de la vulnerabilidad humana lo que Jesús propone a los suyos. Pero los “suyos” –en este caso los Doce-, discutían por el camino quién sería el segundo de Jesús en su “mesianidad” mal interpretada. Esta es una enseñanza para el cristianismo de hoy que se debe plasmar en la Iglesia. La opción por los “vulnerables” (¡los pobres!) es la verdadera moral del evangelio. (Fray Miguel de Burgos Núñez O. P.).



domingo, 13 de septiembre de 2015

DOMINGO 24º DEL TIEMPO ORDINARIO


“¿Quién dice la gente y quién dicen ustedes que soy yo?”

Marcos escribió este evangelio seguramente por el rechazo que sentía su comunidad a predicar la pasión de Jesús y su muerte, porque todos esperaban un Mesías triunfante, un libertador nacional político. Pero el Mesías que Jesús contrapone al que confesó Pedro conlleva preocuparse de los pobres, de las viudas que no tienen protección, de los enfermos, de los niños –totalmente desvalidos en aquella época–, de los huérfanos, de los excluidos. Y esta preocupación, además de compasión, era una crítica contra los poderosos de entonces, y, lógicamente, también contra los de ahora. Por eso, ser servidores de ese reino de Dios que Jesús implantó, lleva a estar expuesto continuamente a persecuciones de todo tipo. Pedro es calificado como un Satanás, porque el mesianismo que él creía y esperaba era el del poder, no el del servicio y del consiguiente sufrimiento. Y Jesús de ninguna manera pasaba por eso.

DIOS NOS HABLA. CONTEMPLAMOS SU PALABRA

I LECTURA

El servidor de Yavé no busca fuerza ni apoyo en los poderosos del mundo, sino que confía su causa a Dios. Dios lo sostiene, en medio del rechazo y de las burlas. Y así el servidor vive confiado, sostenido en Dios y realizando su plan.

Lectura del libro de Isaías 50, 5-9a

El Señor abrió mi oído y yo no me resistí ni me volví atrás. Ofrecí mi espalda a los que me golpeaban y mis mejillas, a los que me arrancaban la barba; no retiré mi rostro cuando me ultrajaban y escupían. Pero el Señor viene en mi ayuda: Por eso, no quedé confundido; por eso, endurecí mi rostro como el pedernal, y sé muy bien que no seré defraudado. Está cerca el que me hace justicia: ¿Quién me va a procesar? ¡Comparezcamos todos juntos! ¿Quién será mi adversario en el juicio? ¡Que se acerque hasta mí! Sí, el Señor viene en mi ayuda: ¿Quién me va a condenar?
Palabra de Dios.

Salmo 114, 1-6. 8-9

R. Caminaré en la presencia del Señor.

Amo al Señor, porque él escucha el clamor de mi súplica, porque inclina su oído hacia mí, cuando yo lo invoco. R.

Los lazos de la muerte me envolvieron, me alcanzaron las redes del Abismo, caí en la angustia y la tristeza; entonces invoqué al Señor: “¡Por favor, sálvame la vida!”. R.

El Señor es justo y bondadoso, nuestro Dios es compasivo; el Señor protege a los sencillos: Yo estaba en la miseria y me salvó. R.

Él libró mi vida de la muerte, mis ojos de las lágrimas y mis pies de la caída. Yo caminaré en la presencia del Señor, en la tierra de los vivientes. R.

II LECTURA
El ejemplo que pone la carta es claro y contundente. A cada instante tenemos ocasión de hacer buenas obras. Que esas buenas obras sean el signo de nuestra fe.

Lectura de la carta del apóstol Santiago 2, 14-18

¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Acaso esa fe puede salvarlo? ¿De qué sirve si uno de ustedes, al ver a un hermano o una hermana desnudos o sin el alimento necesario, les dice: “Vayan en paz, caliéntense y coman”, y no les da lo que necesitan para su cuerpo? Lo mismo pasa con la fe: Si no va acompañada de las obras, está completamente muerta. Sin embargo, alguien puede objetar: “Uno tiene la fe y otro, las obras”. A éste habría que responderle: “Muéstrame, si puedes, tu fe sin las obras. Yo, en cambio, por medio de las obras, te demostraré mi fe”.
Palabra de Dios.

ALELUYA        Gál 6, 14

Aleluya. Yo sólo me gloriaré en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo está crucificado para mí, como yo lo estoy para el mundo. Aleluya.

EVANGELIO

Pedro contestó con impulsividad y convicción. Pero aún le faltaba comprender el alcance de la palabra Mesías. Jesús era el Ungido de Dios, pero no realizaría su mesianismo con ejércitos ni imperios, sino desde el servicio y el sufrimiento. También nosotros, como Pedro, necesitamos renunciar a las expectativas triunfalistas para ser una Iglesia servidora y dispuesta a compartir el sufrimiento de los hombres.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 8, 27-35

Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó: “¿Quién dice la gente que soy yo?”. Ellos le respondieron: “Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas”. “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”. Pedro respondió: “Tú eres el Mesías”. Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran nada acerca de él. Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días; y les hablaba de esto con toda claridad. Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo. Pero Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo: “¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres”. Entonces Jesús, llamando a la multitud, junto con sus discípulos, les dijo: “El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la salvará”.
Palabra del Señor.

MEDITAMOS LA PALABRA DE DIOS

Cesarea de Filipo está íntimamente ligada al poder imperial de Roma

La localización de la escena en la región de Cesarea de Filipo no es un dato intrascendente para lo que se nos narra en el texto evangélico. Todo en Cesarea, empezando por el nombre, hablaba del poderío militar, económico, político e ideológico de Roma y de su emperador. El César de Roma ostentaba los títulos de Divino, Hijo de Dios, Dios, Dios de Dios, Señor, Redentor, Liberador y Salvador del mundo. De ahí que, cuando Pedro confiesa y aplica el calificativo de Mesías a Jesús, está cometiendo una alta traición al emperador; para el evangelista, es claramente una sustitución del reino de Roma por el reino de Dios.

¿Quién dice la gente y quién decís vosotros que soy yo?

Los discípulos enumeran los personajes que la gente identifica con Jesús: Juan el Bautista, Elías u otros profetas. La gente situaba a Jesús en la tradición profética, que se caracterizó por el rechazo al sufrimiento del pueblo y a los poderes que lo originaban. Los profetas, al hablar de un mundo alternativo al que su pueblo vivía, siempre resultaban incómodos para las elites. Jesús era visto por la gente en esa línea profética de rechazo al poder, que en aquellos momentos venía de Roma.

La imagen del tipo de Mesías que confiesa Pedro no representa a Jesús, por eso el maestro reacciona tan fuertemente contra la interpretación equivocada de sus discípulos

Y, además, no quiere que se propague una imagen totalmente deformada de él: ser un Mesías político, poderoso, triunfal. Jesús quiere evitarla en sus oyentes y corregirla en sus discípulos. Éste es el motivo de los «mandatos de no se lo digáis a nadie» que aparecen en Marcos (el secreto mesiánico). Jesús quiere impedir el equívoco sobre su persona.

Jesús condena como tentación satánica los intentos de Pedro por apartarle del camino de la muerte

La dureza de esta reprimenda de Jesús salta a la vista. Es significativo que la frase «Quítate de mi presencia, Satán» se encuentre también al final del relato de las tentaciones en Mt 4,10. Posiblemente el evangelista tomó la frase para ambos casos de este episodio con Pedro, porque vio una gran semejanza entre la tentación del desierto y la de Pedro a Jesús. El poder es la tentación más peligrosa que asalta una y otra vez a los hombres (cf. Mc 14,37.42) y que contradice los planes del Dios de Jesús.

Tampoco la comunidad de Marcos parece haberse habituado todavía a la idea de un Mesías que padece y muere, sino que sigue alimentando sueños de un reinado terreno

Por eso narra Marcos este hecho de la escena de Pedro y Jesús. El evangelista debe insistir en que la Iglesia no está llamada a un dominio político; su acción en el mundo es el testimonio del amor y del servicio (cf. 9,50). Y ello le llevará necesariamente a practicar el seguimiento del Señor crucificado. Jesús le dice a Pedro –y en general a las comunidades cristianas de entonces y de ahora– de un modo tajante: «No piensas al modo divino, sino al humano».

¿Por qué tuvo que padecer Jesús la pasión y la muerte?

Se ha incorporado a nuestra teología, a nuestras catequesis y a nuestras predicaciones como lugar común e incuestionable la idea de que Jesús necesariamente tuvo que padecer, porque ésa era la voluntad de su Padre Dios. Según esto, forzosamente el sufrimiento es un componente de la vida del seguidor de Jesús. Pero no hay nada más desacertado que seguir considerando los padecimientos como un fin o como un medio inherente a ser discípulo cristiano. Los padecimientos son únicamente una consecuencia de servir, de vivir, de comer, de curar y de acoger como lo hizo Jesús. Esta actitud del Señor representaba un continuo reproche, crítica, censura, acusación y protesta contra los poderosos y sus servidores. Y está claro que, si uno vive para la justicia divina como hizo Jesús, lo más seguro es que termine padeciendo y muriendo de muerte violenta a manos de la injusticia humana. Casi con toda seguridad, Jesús les había explicado a sus discípulos que su vida y la de ellos estaba en franca contradicción con los sistemas de dominación imperantes en su sociedad; que tendrían que cambiar de una vida de dominación, normalizada socialmente, a una vida de servicio a los más necesitados, como hizo él. Y esto tiene el precio de la persecución y del rechazo. Hasta de la muerte.

Cargar con la cruz por el evangelio

Marcos ya sabía que Jesús había sido crucificado y que sus discípulos iban corriendo la misma suerte. Por eso pone en boca de Jesús la sentencia de que quien quiera ser su discípulo ha de cargar con la cruz. Pero este dicho evangélico no se refiere a la «cruz diaria» que todo el mundo sufre. Ha sido siempre muy aconsejado por los predicadores tener conformidad con la propia suerte como signo de estar acatando la voluntad de Dios. Esto es un error referir tal sentido a este texto evangélico. Buenos y malos, creyentes y ateos, ricos y pobres, dominadores y dominados, asesinos y asesinados, todos tienen su propia cruz, sus amenazas personales, su estar expuesto y abocado a la propia muerte; nadie está exento de “su” cruz. Es más: hay gente no creyente, que es rico y dominador y que a lo mejor soporta su propia situación dolorosa con más entereza que un cristiano. Repetimos: a esa “cruz diaria” no se refiere Jesús, sino únicamente a la que proviene o se deriva de practicar y proclamar el evangelio. Que cada uno de los que estamos aquí intente actuar y hablar como Jesús, y a ver cuánto tiempo va a pasar sin que lo calumnien, lo difamen y hasta lo persigan. Ésa es la cruz con la que Jesús manda cargar: la cruz por el evangelio.

Marcos presenta con claridad cómo no sólo en la muerte sino también en la resurrección encuentra su explicación auténtica el mesianismo de Jesús

Si padecer el asesinato era la suerte aplicada a los profetas, la resurrección que atribuye Marcos a Jesús después de su pasión introduce una idea nueva que no está recogida en el destino de los profetas justos del antiguo testamento. La resurrección de Jesús es una palabra de victoria a favor de los perseguidos y derrotados. Por eso también es una protesta contra los que se apropian de la vida de esos perseguidos y fracasados.

¿Qué indica el hecho de que a uno o a una comunidad cristiana la vida les sonría y no tengan sufrimientos?

Pues que a lo mejor uno no está metido en el ajo de lo que realmente es el evangelio de Jesús. Vivir una vida de misericordia, pero también de protesta y de censura como la que vivió Jesús, tarde o temprano acarrea sufrimientos. Si no hay estos padecimientos, posiblemente estemos viviendo una iglesia acomodada, contemporizadora, de privilegios y de seguridad. Todos nos inclinamos con más gusto a estar del lado del vencedor que del vencido y fracasado. Jesús, no.

La verdadera religión

En la carta de Santiago parece que la fe no importa y que lo único que cuenta son las obras. Pero no es así. Lo que realmente sucedía en aquel tiempo es que muchos cristianos estaban influidos por la orientación puramente “espiritualista” de las religiones orientales, y habían caído en la tentación de vivir la fe como un mero escuchar la palabra de Dios. El autor de la carta recurre a la tradición judía y cristiana para apoyar su principal preocupación: la de evitar que las palabras bonitas sustituyan a los actos de solidaridad (2, 14-15).


ESTUDIO BÍBLICO

El discipulado de la cruz como identidad cristiana

Iª Lectura: Isaías (50,5-9): Entrega y decisión a Dios y a los suyos

I.1. Estamos ante es uno de los famosos cantos del Siervo de Yahvé (cf Is 42; 49; 52-53), una de las cumbres teológicas del Antiguo Testamento desde todos los puntos de vista. Pertenecen a la segunda parte del libro de Isaías, al llamado Deutero-Isaías (40-55), en que aparece este misterioso personaje que encuentra el sentido a su misión apoyándose en la palabra de Dios. Si en la primera parte del libro de la consolación se pensaba que el emperador Ciro (emperador persa) sería el elegido de Dios para liberar a su pueblo (pues él dio el decreto del retorno desde Babilonia), a partir del momento en que aparece la figura del Siervo, ya no será necesario apoyarse en un rey o emperador humano para la libertad que Dios ofrece a su pueblo. Las resonancias de estos famosos “cantos del Siervo” son evidentes en pasajes del NT

I.2. Por eso mismo la fidelidad a Dios, a la escucha atenta de su palabra, por encima de las afrentas que debe sufrir, ponen de manifiesto el misterio del dolor como la capacidad que se debe tener frente a toda violencia. Los perfiles de este personaje no están definidos, ni está claro si se habla de un individuo o del pueblo mismo que debe mantenerse atento a la palabra de Dios. Pero los cristianos supieron aplicarlo a Cristo, porque encontraron en esta descripción del Siervo una semejanza inigualable con la vida de Jesús. Lo que para el judaísmo oficial y su teología no podía ser mesiánico, para los cristianos, después de la pasión y la resurrección, preanuncia al Mesías que pude llevar sobre sus hombres los sufrimientos del pueblo y del mundo entero.

IIª Lectura: Santiago (2,14-18): Fe verdadera y compromiso cristiano

II.1. La segunda lectura (Santiago 2,14-18) nos enfrenta de nuevo con la parenesis, o la praxis de la vida cristiana. Nos encontramos con uno de los pasajes más determinantes de este escrito en el que se ha visto una polémica con la teología de la fe de Pablo. Se ha dicho que es la parte más importante de la carta, porque se quiere poner de manifiesto que la fe sin obras no lleva a ninguna parte en la vida cristiana. Esto es absolutamente irrenunciable, y a nadie, y menos a Pablo se le podría pasar por la mente algo así como “cree y peca mucho”. Esa falacia no es de Lutero, sino la leyenda de los malpensantes. Creer es confiar verdaderamente en el Dios de la gracia. Pero es posible que algunos quisieran poner a Pablo a prueba en alguna comunidad cristiana y este escrito posterior quiere poner las cosas en su sitio.

II.2. El enfrentamiento no es entre Santiago y Pablo, sino entre interpretaciones que provocan equívocos. Pablo, es verdad, ha puesto la fe en Jesucristo como principio de salvación, y eso es axiomático (elemental y decisivo) en el cristianismo frente a la Ley judía; porque la salvación no puede venir sino de Jesucristo, en ningún caso de la Ley y sus preceptos (esto también es elementalmente cristiano). Pero la fe lleva a los compromisos más radicales, en razón de la gracia de la salvación. De lo contrario el cristianismo sería absurdo, porque el cristianismo no es una ideología, sino una praxis verdadera para cambiar los corazones de los hombres.

Evangelio: Marcos (8,27-35): Seguir a Jesús desde nuestra cruz

III.1. El evangelio nos presenta un momento determinante de la vida de Jesús en que debe plantear a los suyos, a los que le han quedado, las razones de su identidad para el seguimiento: ¿a dónde van? ¿a quién siguen? El texto, pues, del evangelio, tiene cuatro momentos muy precisos: la intención de Jesús y la confesión mesiánica de Pedro en nombre de los discípulos (vv.27-30); el primer anuncio de la pasión (v. 31); el reproche de Jesús a Pedro y a los discípulos por pretender un mesianismo que no entran en el proyecto de Dios (vv.32-33), que Jesús asume hasta las últimas consecuencias, como el mismo Siervo de Yahvé. Y, finalmente, los dichos sobre el seguimiento (vv.34-37). Este es uno de los momentos estelares de la narración del evangelio de Marcos. La crisis en Galilea se ha consumado y el seguimiento de Jesús se revela abiertamente en sus radicalidades. Galilea ha sido un crisol… ahora están a prueba los que le han quedado, cuyas carencias son manifiestas en este confesión mesiánica. Por eso las palabras sobre el seguimiento de Jesús son para toda la gente, no solamente para sus discípulos. Es el momento de comenzar al camino a Jerusalén, con todo lo que ello significa para Jesús en su proyecto del anuncio del Reino.

III.2. Pedro considera que confesarlo como Mesías sería lo más acertado, pero el Jesús de Marcos no acepta un título que puede prestarse a equívocos. El Mesías era esperado por todos los grupos, y todos creían que sería el liberador político del pueblo. Jesús sabe que ni su camino ni sus opciones son políticas, porque no es ahí donde están los fundamentos del Reino de Dios que ha predicado. Por eso, para aclarar el asunto viene el primer anuncio de la pasión; de esa manera dejaría claro que su mesianismo, al menos, no sería como lo esperaban los judíos y, a la vez, sus discípulos debían aprender a esperar otra cosa. Ya Jesús veía claro que su vida en Dios debía pasar por la muerte. No porque Dios quisiera o deseara esa muerte. El Dios Abbá no podía querer eso. Pero los hombres no dejarían otra alternativa a Jesús, en nombre de su Dios.

III.3. El reproche de Jesús a Pedro, uno de los más duros del evangelio, porque su mentalidad es como la de todos los hombres y no como la voluntad de Dios, es bastante significativo. Jesús les enseña que su papel mesiánico es dar la vida por los otros; perderla en la cruz. Eso es lo que pide a los que le siguen, porque en este mundo, triunfar es una obsesión; pero perder la vida para que los otros vivan solamente se aprende de Dios que se entrega sin medida. El triunfo cristiano es saber entregarse a los demás. No sabemos si Jesús pudo hablar directamente de cruz o estos dichos están un poco retocados en razón de lo que ocurrió en Jerusalén con la muerte histórica de Jesús siendo crucificado bajo Poncio Pilato, quien decidió esa clase de muerte. Pero Jesús sí que contaba ya con la muerte, no veía otra salida.

III.4. Por eso, la cruz, en los dichos, es la misma vida. Nuestra propia vida, nuestra manera de sentir el amor y la gracia, el perdón y la misericordia, la ternura y la confianza en la verdad y en Dios como Padre. Eso es “una cruz” en este mundo de poder y de ignominia. La cruz no es un madero, aunque para los cristianos sea un signo muy sagrado. La cruz está en la vida: en amar frente a los que odian; en perdonar frente a la venganza. Esa es una cruz porque el mundo quiere que sea una cruz; no simplemente un madero. La cruz de nuestra vida, nuestra cruz (“tome su cruz”, dice el dicho de Jesús), sin pretender ser lo que no debemos; sin vanagloriarnos en nosotros mismos. La cruz es la vida para los que saben perder, para los que saben apostar. Por eso se puede hablar con sentido cristiano de “llevar nuestra cruz” y no debemos avergonzarnos de ello. No porque nuestro Dios quiera el sufrimiento… pero el sufrimiento de los que dan sentido a su vida frente al mundo, viene a ser el signo de identidad del verdadero seguimiento de Jesús. (Fray Miguel de Burgos Núñez O. P.).



domingo, 6 de septiembre de 2015

DOMINGO 23º DEL TIEMPO ORDINARIO


"Hace oír a los sordos y hablar a los mudos"

Sordos y mudos, los carentes de escucha y los carentes de habla, son los personajes fundamentales de este domingo con los que la Palabra de Dios nos quiere iluminar en esta semana. Lo sensorial juega un papel fundamental en la vida humana y en la vida de fe. Pero lo sensorial no es criterio de juicio de lo real. Lo real se encuentra más allá de lo sensorial. Lo real se encuentra en aquello a lo que apunta lo sensorial. Como la Eucaristía: lo sensorial nos habla de pan y vino; lo real nos habla de cuerpo y sangre de Nuestro Señor. Pero para alcanzar lo real hacen falta ojos teológicos, ojos de fe.

Junto a esto, la segunda lectura de la carta de Santiago nos recuerda un principio moral de los cristianos: la fe en Jesús está reñida con la acepción de personas.

DIOS NOS HABLA. CONTEMPLAMOS SU PALABRA.

I LECTURA

Ante el paso de Dios, todo se transforma. Su presencia sanadora y salvadora infunde vida y energía. Estos son los signos del reinado de Dios: las personas y su entorno se reaniman en la paz y la alegría.

Lectura del libro de Isaías 35, 4-7a

Digan a los que están desalentados: “¡Sean fuertes, no teman: Ahí está su Dios! Llega la venganza, la represalia de Dios: Él mismo viene a salvarlos!”. Entonces se abrirán los ojos de los ciegos y se destaparán los oídos de los sordos; entonces el tullido saltará como un ciervo y la lengua de los mudos gritará de júbilo. Porque brotarán aguas en el desierto y torrentes en la estepa; el páramo se convertirá en un estanque y la tierra sedienta en manantiales.
Palabra de Dios.
Salmo 145, 7-10

R. ¡Alaba al Señor, alma mía!

El Señor hace justicia a los oprimidos y da pan a los hambrientos. El Señor libera a los cautivos. R.

Abre los ojos de los ciegos y endereza a los que están encorvados. El Señor ama a los justos, el Señor protege a los extranjeros. R.

Sustenta al huérfano y a la viuda; y entorpece el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, reina tu Dios, Sión, a lo largo de las generaciones. R.

II LECTURA

La carta nos amonesta y nos exige mirar con sinceridad nuestro comportamiento en la Iglesia. ¿Qué trato reciben los más pobres, los más débiles, los que el mundo rechaza? ¿Es la Iglesia para ellos un lugar de contención y cariño? Abramos las puertas a todos, especialmente a los que son desplazados y excluidos.

Lectura de la carta de Santiago 2, 1-7

Hermanos, ustedes que creen en nuestro Señor Jesucristo glorificado, no hagan acepción de personas. Supongamos que cuando están reunidos, entra un hombre con un anillo de oro y vestido elegantemente, y al mismo tiempo, entra otro pobremente vestido. Si ustedes se fijan en el que está muy bien vestido y le dicen: “Siéntate aquí, en el lugar de honor”, y al pobre le dicen: “Quédate allí, de pie”, o bien: “Siéntate a mis pies”, ¿no están haciendo acaso distinciones entre ustedes y actuando como jueces malintencionados? Escuchen, hermanos muy queridos: ¿Acaso Dios no ha elegido a los pobres de este mundo para enriquecerlos en la fe y hacerlos herederos del Reino que ha prometido a los que lo aman? Y sin embargo, ¡ustedes desprecian al pobre! ¿No son acaso los ricos los que los oprimen a ustedes y los hacen comparecer ante los tribunales? ¿No son ellos los que blasfeman contra el Nombre tan hermoso que ha sido pronunciado sobre ustedes?
Palabra de Dios.

ALELUYA        cf. Mt 4, 23

Aleluya. Jesús proclamaba la Buena Noticia del Reino, y sanaba todas las dolencias de la gente. Aleluya.

EVANGELIO

Jesús estaba en territorio pagano, cuando le trajeron a este hombre sordo y con dificultad para hablar. En la Biblia “ser sordo” o “tener el oído cerrado” es símbolo de la rebeldía de quien no quiere escuchar a Dios. A este pagano, Jesús le abrió el oído y así pudo escuchar su Palabra. Esta es la Buena Noticia: Jesús transforma nuestra sordera, él nos toca el oído y el corazón, y así entramos a formar parte de su pueblo fiel que escucha.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 7, 31-37

Cuando Jesús volvía de la región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis. Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos. Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua. Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: “Efatá”, que significa: “Ábrete”. Y en seguida se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente. Jesús les mandó insistentemente que no dijeran nada a nadie, pero cuanto más insistía, ellos más lo proclamaban y, en el colmo de la admiración, decían: “Todo lo ha hecho bien: Hace oír a los sordos y hablar a los mudos”.
Palabra del Señor.

MEDITAMOS LA PALABRA DE DIOS

La cobardía de corazón

La primera lectura del profeta Isaías está destinada a los cobardes de corazón, es decir, a aquellos carentes de fortaleza y confianza (sean fuertes y no teman). El miedo causa inseguridad y desconfianza tanto en uno mismo como en los otros. Los cobardes de corazón son aquellos que prefieren vivir en una falsa seguridad, la cual les impide ser conscientes de la presencia iluminadora de Dios en medio de sus vidas.

Frente a esta cobardía de corazón, el profeta Isaías detalla los signos a través de los cuales se puede percibir que Dios en persona está llegando: los ojos del ciego se despegarán, los oídos del sordo se abrirán y la lengua del mudo cantará. Es decir, el gran signo de la llegada de Dios es el brotar de la vida, lo reseco se vuelve frondoso por la presencia de Dios. La llegada de Dios conlleva el retroceso de la cobardía, de la inseguridad. A mayor presencia de Dios en nuestra vida, mayor confianza y seguridad adquiere nuestra vida, ya que pasamos de confiar en nosotros a confiar en Dios.

Le fe está reñida con las afinidades

En la segunda lectura, encontramos una vivencia personal de Santiago que le está haciendo sufrir. Santiago se ve en la obligación de expresar su malestar y de amonestar a la comunidad creyente para que ese comportamiento no se siga repitiendo: “no juntéis la fe en Nuestro Señor Jesucristo glorioso con la acepción de personas.” Es decir, la fe no se mueve por la tendencia humana de la afinidad. En la comunidad creyente, los grupos espontáneos hechos de afinidades comprometen la justicia fraterna y la unidad teologal. La comunidad creyente no se puede construir en función a las afinidades personales o a lo que me agrada o no me agrada… esta forma de construir la Iglesia o cualquier tipo de comunidad ponen en riesgo la justicia fraterna y la unidad que da la fe, la unidad teologal. La afinidad es el cemento con el que se construye la sociedad humana; la fe, la esperanza y el amor son el cemento con el que se construye en la tierra la Jerusalén celeste.

Effetá

Si, en la primera lectura, el profeta Isaías nos describía los signos de la llegada de Dios en medio de nosotros, en el Evangelio de este domingo encontramos a Jesús actualizando (poniendo en obra) uno de esos signos: la curación de un sordomudo. Ahora bien, resulta curioso un hecho de este relato evangélico: la gente lleva a Jesús este sordomudo para ver qué puede Jesús hacer con él. La gente está deseosa de ver el poder de Jesús. Sin embargo, Jesús aparta al sordomudo de la gente para que este no sea manipulado por la gente. Jesús parecer no querer curar al sordomudo para que éste se convierta en un teatrillo para la gente. El signo no es para la gente sino para el sordomudo. De hecho, Jesús amonesta a la gente para que no malinterprete el signo que ha hecho. Jesús no actúa por complacer a la gente sino por hacer patente lo verdaderamente real: la presencia de Dios. La gente no ve en Jesús el desquite de Dios, la presencia de Dios, sino la presencia de un mago, de uno que tiene poderes para curar.

Por eso, esta curación más allá de poner de relieve el poder sanador de la palabra y los gestos de Jesús, quiere manifestar la presencia de Dios en Jesús: Dios Padre alcanza a la humanidad a través de Jesús. Nuestra limitación humana nos lleva a lo vivir en lo sensorial, es decir, a vivir desde a fuera hacia dentro, en el mejor de los casos. Por ello, nos gustaría tener una experiencia de Dios sensorial, es decir, a través de los sentidos; pero la presencia de Dios no es sensorial, no es manipulable por nuestros sentidos… La presencia de Dios es objetiva y real en Jesús. Si Jesús puede curar no es porque él haga conjuros o magias, porque Él manipule a las fuerzas de la naturaleza a su antojo… sino porque Jesús es la presencia de Dios en nuestro mundo. Y frente a Dios, la fuerzas del mal, la muerte, la oscuridad, la no-vida, la inseguridad, la cobardía… va cediendo su terreno a la vida que trae Dios. He aquí la palabra poderosa de Jesús que dice: ¡Effetá!, ábrete a Dios, ábrete a vivir la vida desde dentro hacia fuera y no al contrario.


ESTUDIO BÍBLICO

Tema general: Dios quiere que todo el hombre se salve y disfrute de los dones que le hacen feliz, por eso cuida solícitamente tanto del espíritu como del cuerpo de sus hijos que somos los hombres.

Primera lectura: Isaías 35,4-7a.

Marco: Los capítulos 34 y 35 de Isaías reciben el nombre de “pequeño Apocalipsis”. Esto ya nos da una clave para su comprensión. Estos capítulos están estrechamente relacionados con el Libro de la Consolación (40-55). Subrayan el contraste entre la destrucción de las naciones y la gloria y la victoria del pueblo de Israel, oprimido y maltratado por las naciones.

Reflexiones:

1ª: ¡Una invitación a la confianza y seguridad porque Dios anda por en medio!

Decid a los cobardes de corazón: sed fuertes, no temáis. Vuestro Dios viene en persona y os salvará. El clima de estas afirmaciones está intensamente dominado por la esperanza. Es una de las características de los textos apocalípticos: en medio de las dificultades y persecuciones está siempre encendida la lámpara de la seguridad que Dios ofrece al hombre. La victoria es siempre de Dios porque es omnipotente, fiel y misericordioso. El exilio del pueblo de Dios es una etapa de purificación y de reflexión. Es necesario recuperar el ritmo de fidelidad a la alianza. Ahí radica la posibilidad de restauración. Este texto que proclamamos hoy está también alentado por la seguridad de una restauración del pueblo obra de Dios. Dios está en medio de su pueblo, también en el exilio. Porque es Dios y no un hombre, santo en medio de su pueblo. Y la santidad se traduce, sobre todo, en fidelidad. La apocalíptica trata de salir al encuentro del hombre que experimenta la desesperanza, la finitud, la situación de quien vive perseguido y sin horizonte. No ofrecen una respuesta que no se encarne en la realidad humana. Pero hay un camino abierto siempre: el de la esperanza que cuenta con las dificultades pero se apoya en un Dios que se ha comprometido y puede realizar su proyecto.

Segunda lectura: Santiago 2,1-5.

Marco: podría titularse este fragmento de un modo crudo pero realista: discriminación, incluso en las asambleas litúrgicas, entre los hermanos. La fe está en contra de toda discriminación. La comunión en la fe (y en la misma naturaleza humana) debe expresarse en signos convincentes de la fe que profesamos.

Reflexiones:

1ª: ¡Es imposible la coexistencia de la acepción de personas con la fe cristiana!

No juntéis la fe en Nuestro Señor Jesucristo glorioso con la acepción de personas. Una de las características más claras de esta Carta es su sentido concreto y directo. Podría resumirse en una afirmación de la misma carta: Tú tienes fe, yo tengo obras; muéstrame tu fe sin las obras, que yo por las obras te haré ver mi fe (2,18). La fe sin las obra es estéril. Santiago es uno de los símbolos, como lo fueron los profetas, de la urgencia en el compromiso visible de la fe. Estas afirmaciones son indiscutiblemente revolucionarias. Los hombres de siempre establecemos nuestros varemos de relaciones. No es fácil la coherencia con la fe. Pero Santiago no es lo que podríamos llamar un revolucionario social; sus convicciones arrancan de otra parte: de la fe en Jesús que vivió cercano a los rechazados, alejados, despreciados de la sociedad. Santiago sabe que la fe no es una adhesión fría a algunas verdades. La fe es entrar en comunión personal con un Dios que se ha hecho presente en medio de los hombres y que derribó todos lo muros de separación. Nos recordaba el Concilio Vaticano II que una de las más importantes causas del ateísmo actual en el mundo se debe a que los cristianos no ofrecemos un testimonio convincente y visible de la fe que profesamos. Estar cerca de todos no es privilegio de nadie, sino que es tarea de todos. Santiago escribe a todos sin distinción. Es urgente en medio de nuestro mundo actual que los creyentes se comprometan en serio con estas advertencias de Santiago, pero con la alegría de compartir con los demás.

Evangelio: Marcos 7,31-37.

Marco: este fragmento pertenece a la tercera sección de la primera parte del evangelio que se define como el camino del Hijo del hombre que se abre al mundo y que actúa en Galilea. Expresa las convicciones de Marcos: Jesús es a la vez verdadero Dios y verdadero hombre.

Reflexiones:

1ª: Jesús dijo en alta voz: ¡Ábrete!

Le presentaron un sordo que además era mudo... Jesús le dijo: ¡Ábrete!
Sabemos la función que tienen los milagros en Marcos: expresión anticipada del poder del Hijo de Dios. Por una parte, Marcos presenta en su evangelio una cristología clara, profunda y sin complicaciones. Trata de presentar la figura de Jesús en sus dos polos centrales: verdadero Dios – verdadero hombre. La misión de este hombre, en el que se esconde Dios, es liberar al hombre por medio de la cruz. Por eso hay que leer los milagros en Marcos con especial atención. Son sólo atisbos y anticipos de la gloria del Hijo de Dios Crucificado y anunciado. Los signos alcanzan al hombre en su totalidad y tienen una función claramente catequética. Apuntan a la otra realidad de Jesús. Pero son a la vez la expresión plástica de que Jesús se toma al hombre en serio en todas sus dimensiones. Es al hombre entero al que Dios quiere salvar y quiere que sea feliz sinceramente. Pero es necesario huir de la comprensión de Jesús como la de un taumaturgo. Las enfermos le buscan, porque esa es su necesidad. Pero Marcos aclara que además del cuerpo, Jesús vino a liberar al hombre, por medio de la cruz que es humillación, en otras perspectivas más hondas. Es necesario evangelizar hay desde los signos visibles a favor de los hombres pero apuntando siempre en la dirección correcta a que invita el evangelio: el hombre en su totalidad es liberado con un destino de trascendencia. Y necesita hoy experimentar la liberación.

2ª: ¡Todo lo ha hecho bien!

En el colmo del asombro decían: Todo lo ha hecho bien. Sabemos que uno de los mayores y más lacerantes enigmas que tiene el hombre sobre sus espaldas y sobre su destino es la pregunta por el después: ¿Después, qué? Pero hay otro enigma no menos lacerante y es cómo explicar la presencia del mal, del sufrimiento y de la finitud débil de nuestra naturaleza. El evangelio, y Jesús que es el centro del mismo, no son una teoría. Son una respuesta para el hombre. Cuando Jesús alcanza, con su actuación, al hombre en su globalidad está ofreciendo un camino creíble. Es todo el hombre el que necesita la solución. Y escuchar una palabra tan breve y tan honda: “todo lo ha hecho bien”, es necesario proclamarlo en medio del mundo. Todo lo ha hecho bien “porque cargó sobre sus espaldas nuestras debilidades y limitaciones!. Todo lo ha hecho bien porque ha entrado en el mundo por la puerta estrecha del sufrimiento, de la pobreza y de la marginación. Lo ha hecho bien todo porque puede hacer hablar a los mudos y oír a los sordos. Todo lo ha hecho bien porque en aquella humanidad tan cercana y envuelta en debilidades (menos en el pecado) estaba oculto, pero actuando, el Hijo de Dios. Pero, sobre todo, porque aceptó la humillación de la cruz que es donde se revela la gloria de Jesús y porque es presencia visible y tangible del Dios del amor. Del Dios que ama al hombre para que sea feliz en medio de sus perplejidades, enigmas e interrogantes. Es necesario proclamar en el mundo de hoy que Dios en Jesús y en su Espíritu lo hace todo bien y lo hace todo bien para todos sin acepción de personas, raza, lengua o nación. (Fr. Gerardo Sánchez Mielgo O. .P.).